domingo, 28 de septiembre de 2014

BENJAMIN THEMIFORZS; Capítulo Diez, Intuición

Estoy en un lugar oscuro mientras veo una lejana luz en el cielo, una sola estrella que muestra su luz con fuerza. Siento la necesidad de alcanzarla así que corro por una superficie inmaterial pero sólida, alzando las manos hacia el firmamento y esperando llenarme de su luz, luego caigo. Un calor imponente inundando todo mi semblante y sonrío por la sensación placentera que me llena el alma. Cuando miro hacia arriba no veo más que blanco, puro y energético color blanco, de pronto... despierto. Estoy en una cabaña, en una cómoda cama. Me cuesta un poco concentrar la vista en el techo oscuro por lo que me froto los ojos y me destapo, para apoyar mis pies en el piso. Al observar con atención veo que es una habitación muy hermosa, y que no hay nadie junto a mí. No tengo idea cuando tiempo he estado desmayado, quizá tres horas o cuatro por la posición del sol. De pronto Sigmun entra por la puerta con una jarra llena de agua y un trapo el cual viene humedeciendo: - ¡Despertaste, pequeño Astral! - suelta y coloca los objetos que trae en un hermoso mueble al costado de mi cama, al sentarse en un banco pequeño continúa - Llevas ahí casi tres horas, tus amigos están preocupados, en especial uno quien no para de caminar de un lado a otro. Ten, ponte ésto, el agua está preparada por Astral así que te hará bien niño - lo miro extrañado, no parece tan rudo como se muestra frente a los otros Hércules, incluso a todos nosotros, desde que empezamos con todo ésto hasta ahora su cambio de carácter ha sido inmenso, ahora empiezo a entender porque está junto a Astral, si me fijo bien, en su mirada veo bondad bajo ese masa de músculos; - Te lo agradezco mucho Sigmun, y con respecto a lo que pasó yo... - me lanza el pañuelo en la cara para cortar con mis explicaciones. - Benjamin, no hay nada de que disculparse. Es la primera vez que vemos algo así, tus habilidades son impresionantes y es un hecho. Pero ten cuidado que no se te vuelva peligroso. Escucha... - me habla mientras conectamos miradas - no todo es lo que parece en éstos tiempos ¿sabes? - no sé a que se refiere, sólo me quedo estupefacto intentando organizar mis pensamientos mientras miro el tatuaje en su brazo derecho, es un dragón alargado con alas anchas azul marino. Astral entra y rompe con el extraño momento y sonríe al verme despierto - ¡Justo a tiempo Ben! Al Hércules que conjuró el hechizo de magia oscura no le gustó en lo absoluto tener que volver aquí para volver a crearlo, cosa que nos importa poco luego de ver tu increíble poder. Todas las pruebas han sido retrasadas unas horas y todos tus compañeros y los de los demás grupos están descansando. Es una hora vamos a la cuarta prueba creada por los Hércules que comenzaron en el Este. Ah, y antes de irme, estoy impresionado, Ben. Ahora si te sientes bien puedes bajar, tus compañeros están en el bosque. - me dice y cuando está a punto de salir junto a Sigmun digo algo simple pero significativo - De verdad, se los agradezco mucho. - sonríen y salen.

 Descansar me puso de buen humor aunque todavía no puedo sacar de mi cabeza la imagen de mi padre siendo asesinado ni tampoco éste dolor en el pecho que tanto me molesta. Al verme todos corren hacia mi y me preguntan como estoy, por supuesto siendo el primero Marco quien me dice lo muy preocupado que estaba por mi. Los tranquiliza el saber que me siento de maravilla y yo me alegro por ver sus rostros mucho mejor a los de hoy a la mañana, está claro que han descansado lo suficiente. Me siento junto a ellos en unos troncos al rededor de una fogata bien construida. Albert me lanza una enorme manzana y la atrapo con fuerza en el aire, su sabor me recuerda a mi niñez y cuando papá y yo íbamos a recolectarlas cerca del lago de las montañas donde abundad los manzanos - Gracias, Al. - le suelto, y me sorprende haberlo llamado por su diminutivo, increíble que en su cara se asome una sonrisa mientras que sus ojos (lo que no me sorprende) expresan curiosidad por mi amabilidad. - Muchas gracias Ben, por lo de hoy. - dice Kan sin despegar la mirada de la llama que se mueve rápidamente en varias direcciones. - Cualquiera de ustedes lo hubiera hecho si supieran controlar su quanar y hacer algo de magia blanca, no soy un héroe y si no lo hubiera hecho de todas formas nadie estaría lastimado. Lamento haberlos preocupado y haber atrasado todo rompiendo el conjuro, sinceramente no era mi intención, si lo era terminar con todo éso. -. Mis palabras rebotan en el bosque y el frio disipa el calor del fuego así que lanzo un hechizo simple en la fogata para acrecentar la llama. - ¿Que han visto? - pregunta Jack. A Kan se le llenan los ojos de lagrimas y nos cuenta que su visión se basaba en su madre siendo acechada por lobos feroces y ésta pidiéndole socorro; Corus dice haber visto como tres chicos se burlaban de él, insultándolo al igual que a su familia; Marco dijo haber visto a Nube siendo golpeada por un matón por lo que vuelve a mi mente su grito de furia ''¡Ven aquí, imbécil, ven a pelear como hombre!'' y danza en mi mente una y otra vez, para luego concentrarme en mí, y contar lo de mi padre y su asesino; Julian mira a un lado y veo como Jack lo despeina amistosamente, apoyando su angustia, comenta que vio a su hermano muerto saludando a lo lejos, alejándose cuanto más se acercaba, lo que lo hizo golpear muchas veces con las grandes rocas del lugar (puedo ver un moretón en la frente); Jack a su lado no quiere contar demasiado así que solo explica que es algo referido a una persona cercana en peligro, respetamos su falta de detalles, por lo que concluye Albert describiendo como una bella joven lo llama desde lejos, al acercarse lo seduce y cuando lo besa abre los ojos y ve ojos sin vida, viendo un cadáver junto a él. Ésta prueba no era física, estaba alejado de ello, tenía que ver con nuestra psiquis. Enfrentarse a nuestros miedos y tristezas es más difícil que combatir cualquier bestia del bosque, y eso se puso a prueba. ¿Que hubiera pasado si no lanzaba mi hechizo? mis sombras perdían poder cuando más las enfrentaba, supongo que esa era la clave para erradicarlas, simplemente combatir contra ellas, contra nuestros temores y lamentos.
 Termino mi manzana y la lanzo al fuego lo que la achicharra y deja escapar un olor delicioso al principio, para luego pararnos ante la presencia de los Hércules. A lo lejos observo como la cúpula oscura vuelve a formarse, me alegra estar en el bosque y no cerca de Pedrena y escuchar las quejas y el enojo del Hércules que la creó, si mal no recuerdo las palabras de Sigmun, su nombre es Dorión. Astral apaga la llama con un hechizo congelante, me quedo observando el movimiento de su mano derecha y su extraño guante de cuero negro con los dedos recortados, parece como si en su palma tuviera algo, no quiero molestarlo más, habrá tiempo para eso y me limito a empezar a caminar con los demás hacia el Este.

 Nos dirigimos a la prueba creada por los Hércules del Aire, el grupo donde comenzó Nube y Alma (lugar donde también han aprobado la preselección). Después de lo que vivimos no esperamos algo peor, estamos todos tranquilos y hasta muy curiosos de lo que puede ser el próximo desafío. Marco camina a mi lado pensativo y cuando estamos unos metros más adelantes del grupo, entre los Hércules y nuestros compañeros, me dice algo en lo que no había pensando hasta ahora: - ¿Te das cuenta de algo, Ben? Si algo está claro, y lo comentábamos con los demás mientras dormías, es que vas a ser uno de los seleccionados. Tu hechizo de viento en la prueba de los portales, tu inteligencia al atraer con la flecha encantada al pájaro gigante para que pelee con la serpiente y ahora ése increíble hechizo de luz que no solo eliminó a la sombras si no que destruyó el conjuro creado por un Hércules... faltan tres más pero creo que ya estás en camino para convertirte en uno de ellos. - Las palabras de Marco son acertadas, y muy claras. Desde que empezaron las pruebas lo único que hice es llamar la atención, lo contrario a lo que me dijo mi abuela. con su preocupado tono sincero. Lo que me dijo Sigmun en la cabaña ¿a que se refería? ¿Tiene algo que ver con lo que me ha advertido mi abuela?
- Chicos, llegamos al portal. Me tomé el atrevimiento de facilitar el viaje hacia el Este mientras descansaban. - Nos alegramos que no tengamos que caminar tanto y le agradecemos por lo alto, él parece ocultar una sonrisa de la vergüenza. Cuando paso por el portal me encuentro con un lugar realmente hermoso del Este del bosque, la llanura verde, donde el padre de Albert (a unos kilómetros de aquí) cultiva. A unos metros nuestro hay una tienda de color verde oscuro. Astral y Sigmun bajan de sus caballos y con una palmada cada uno envían a sus corceles al bosque. No puedo esperar más, la cuarta prueba está a punto de comenzar. ¿Que habrá dentro? ¿de nuevo espadas o arcos? ¿Quizá tengamos que utilizar magia? Estaría en ventaja con los demás, aunque no creo que sea éso. Cuando entramos nada de lo que pensaba yacía dentro, si no objetos que no me disparan ninguna idea de a que se basa la prueba: Largas sogas, Frutas (Cestos de hermosas manzanas, plátanos, duraznos, cocos, ciruelas y frutillas), varas largas y duras terminadas en rectangulares flexibles de cuero, unos especies de cintos negros con grandes hebillas que parecen ser de plata, escudos de todo tipo y forma, y otras cosas que nunca he visto. Todos miramos a los Hércules extrañados por lo que hemos encontrado, exceptuando Corus que esboza una sonrisa que me inquieta.
- Tomen lo que crean necesario y la prueba comenzará al salir. Los Hércules creadores de ésta son Tar y Uriel, Tar es un Hércules experto en supervivencia y destreza física, Uriel es un Hércules Cazador con afinidad en un cierto campo. - y salen de la tienda. Bien, algo entiende Corus que parece todos nosotros no, así que lo suelto: - Corus por tu sonrisa parece que sabes de que trata ésto, y... te agrada, ¿podrías... contárnoslo? - le digo sonriendo por su expresión, todos en silencio focalizamos nuestra mirada en su alegre rostro; Corus nos mira y se acerca al cesto de manzanas lanzándome una por los aires, para cuando la atrapado diga algo que no esperaba: - ¡Animales!

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