sábado, 20 de septiembre de 2014

BENJAMIN THEMIFORZS: Capítulo dos, Los Hércules

- Jóvenes del Bosque Índigo del Sur. Denle la bienvenida a ¡Los Hércules! -. La gente de los comercios y muchos curiosos y familiares vitorean, otros solo miran expectantes. El circulo se abre y entran diez jinetes encabezado por un hombre de cabello negro y ojos amarillos como los de un gato. Gato, me referiré a el como, el gato. Sus vestimentas son negras y rojas, como la sangre, y al contrario como los imaginaba, no son muy grandes aunque si atléticos y altos. Algunos tienen espadas, otros largos bastones en sus espaldas, dos tienen arcos y flechas y solo uno baja del caballo desarmado. Miro las copas de los árboles al rededor: todos los vecinos de la zona mirando por sus ventanas, incluso muchos están sentados en las ramas.
El hombre gato habla, todos estamos en silencio. - Es un placer conocerlos, a todos ustedes, hemos venido para la selección anual de miembros, con el requisito de que éste año todos los jóvenes (obligatoriamente) por decreto de la unida en equilibrio e igualdad participen de la selección. -. Luego nos separan según el genero y según la edad. Somos jóvenes de 16 a 18 años, por lo tanto hay tres grupos de mujeres y tres de hombres, yo estoy en el del medio de éstos últimos. - Este año las pruebas van a ser un tanto diferentes. Cambios grandes requieren cambios pequeños, y decidimos esto guiándonos por los enfrentamientos actuales de la región y los exteriores. Las pruebas serán más duras que en años anteriores, así que  mantengan la calma. Constará de seis etapas las cuales serán realizadas con sus respectivos grupos, y cada una de ellas estará ubicada en una zona diferente del bosque y sus alrededores. -. Estoy nervioso, no puedo negarlo, pero por mi cuerpo se siente una oleada de energía que me hace templar. Se siente... bien pero me asusta. Salgo de mis pensamientos y miro al rededor, más allá de mi grupo y los demás, la gente parece preocupada, demasiado. El cambio de reglas no habrá caído para nada bien, incluso dejaron de vitorear y celebrar, de vez en cuando se escuchan algunos sonidos de pesar, negación y sorpresa. A los Hércules no parece importarles en lo más mínimo, acto seguido el hombre gato continúa con su discurso. - Mi nombre es Hector Benig, y soy el general encargado de ésta misión de reclutamiento. En primera instancia les rogamos que vuelvan a sus hogares, mañana empezaremos con las pruebas y necesitamos que tengan un día de reflexión y preparación. Mañana los volveremos a ver al amanecer. Muchas gracias. -. Los aplausos son débiles, y todos los jóvenes nos dispersamos por todas partes. Mi madre llega corriendo junto a mi hermana, al no haber estado se preocupa por el ambiente y la energía de alrededor e intento tranquilizarla. Veo pasar a los Hércules y nos abrimos dejando un camino estrecho, pero lo suficiente para que pasen. Se dirigen al gran árbol a unos metros del centro del bosque, donde hay cabañas lujosas para visitas importantes del exterior. Respiro hondo y le cuento todo a mi madre.

 Unas horas más tarde me reúno con algunos amigos del centro de formación al ciudadano -como se llama desde hace dos años por la unidad en equilibro e igualdad, preferimos seguir llamándola escuela-. Somos cuatro, es extraño que Alma no haya llegado aún. Estamos sentados en una rama larga y fuerte a pocos metros del piso,alejados de los comercios y las casas, un poco más en las entrañas de índigo. Nos gusta éste sitio y nos juntamos aquí desde niños. Siempre que salimos de la escuela venimos aquí. Éste es nuestro ultimo año por lo que las charlas hoy en día siempre reflotan recuerdos y risas, y al mismo tiempo nostalgias.
Marco está colgado con las piernas enganchadas en una rama adyacente, Nube sostiene una vara y la golpea contra el viento haciendo sonidos cortantes y Sebastián se limita a mirar el cielo, recostado, pensativo. Hoy el aire se puede cortar con una espada por lo que suelto lo más obvio para romper el silencio.
- ¿Nerviosos? -. digo, con una sonrisa que a Nube parece no agradarle por su expresión.
- Tu y Marco parecen los únicos contentos con todo ésto. Detesto que me obliguen a accionar en algo ¿Y si no quiero hacer esas estúpidas pruebas de actitud? ¿Que van a hacerme? ¿Latigarme? ¿Prenderme fuego? ¿Batirme a duelo con sus largas y ensangrentadas espadas? Oh... o quizá me lancen algún hechizo, sí, y me hagan levitar por los aires hasta caer por el acantilado de los caídos. - me gruñe Nube, y mi sonrisa desaparece. Marco da una vuelta rápida en la rama y se sienta con las piernas cruzadas, deja escapar una risa contagiosa aunque la repelo.
- Hey, tranquila Nube, estás reflejando tu ira hacia los Hércules en Ben. - Me defiende Sebastián saliendo de su trance. - Lo lamento Ben, es cierto, es solo que... estoy muy preocupada con todo ésto. - Responde ella arrepentida y me acerco para abrazarla y recostar mi cabeza en su falda.
- También tengo miedo, no puedo negarlo. Esto de las nuevas pruebas... no sé, algo no me cierra del todo. Además no son los mismos Hércules de los años anteriores. De cualquiera forma no puedo negar que la experiencia me llena de vigor. - digo explicativo.
- Me pasa lo mismo - dice Marco sonriendo. - Muero de ganas de salir de éste bosque lo antes posible, si no quedo entre los elegidos lo haré por mi cuenta el año próximo. -. Creo que es claro con su postura, si bien soy rebelde y un poco veraz está claro que Marco duplica esas características mías. Seguimos hablando de lo sucedido en el círculo, de nuestros miedos y expectativas. No tenemos clases hasta el final de las elecciones así que disfrutamos el tiempo libre, aunque cuanto más se acerca la noche más nos cargamos de ansiedad. Cuando empieza a esconderse el sol regresamos a nuestros hogares. Alma se habrá quedado con sus padres, es muy apegada a ellos, pero en especial a su hermano pequeño.
 Al llegar a casa mi madre me espera con la mesa servida, mi hermana corre y me abraza -y aunque pequeña- con mucha fuerza. Nos sentamos en la mesa y nos trae la comida caliente: estofado de carne con espárragos, papas y zanahoria. Cierro los ojos unos momentos para oler su fragancia y empezamos a comer. Sé que mi madre no está bien, la conozco demasiado. - No te preocupes madre, no pasará nada. Además si quedo podré venir a menudo, los seleccionados no irán a la guerra, solo entrenaran para ser parte de las fuerzas, seguridad o muchos otros puestos que quizá sean importantes para mi y mi futuro. - digo para tranquilizarla. - Lo sé hijo, es que no quiero que te vayas, no tan pronto. Todo el bosque está preocupado por sus hijos, no soy solo yo. Estos cambios repentinos que me cuentas, las pruebas, los jinetes, todo ésto me resultar extraño y más en los agitados tiempos que estamos viviendo. -. Tomo un sorbo de estofado, está delicioso aunque parece amargo escuchando las palabras de mi madre. Luego de la cena y de una larga charla, termina más tranquila pero su preocupación persiste. Me da un beso en la frente y se va a dormir junto a mi hermana, mañana trabaja temprano y la pequeña si tiene escuela. Aunque es más reservada la dulce Clara mira a mi madre y a mí con cara neutra pero con ojos de preocupación, desde la muerte de mi padre parece autoconvencerse de una fuerza que no tiene para sostener a mi madre, o tal vez hasta a mi, por lo que ante los miedos y preocupaciones adopta una rostro incorruptible sin dejar su ternura de lado, lo que resulta un trabajo innecesario y agotador para una niña de nueve años. Una vez en mi habitación me doy otro baño caliente y me hundo en el agua. Miro el techo de madera lisa y brillante, esperando que la noche pase rápido, que los resultados se den deprisa. Salgo, me cambio y me acuesto de nuevo con el cabello mojado. Mañana será un largo día.

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