domingo, 28 de septiembre de 2014

BENJAMIN THEMIFORZS; Capítulo Diez, Intuición

Estoy en un lugar oscuro mientras veo una lejana luz en el cielo, una sola estrella que muestra su luz con fuerza. Siento la necesidad de alcanzarla así que corro por una superficie inmaterial pero sólida, alzando las manos hacia el firmamento y esperando llenarme de su luz, luego caigo. Un calor imponente inundando todo mi semblante y sonrío por la sensación placentera que me llena el alma. Cuando miro hacia arriba no veo más que blanco, puro y energético color blanco, de pronto... despierto. Estoy en una cabaña, en una cómoda cama. Me cuesta un poco concentrar la vista en el techo oscuro por lo que me froto los ojos y me destapo, para apoyar mis pies en el piso. Al observar con atención veo que es una habitación muy hermosa, y que no hay nadie junto a mí. No tengo idea cuando tiempo he estado desmayado, quizá tres horas o cuatro por la posición del sol. De pronto Sigmun entra por la puerta con una jarra llena de agua y un trapo el cual viene humedeciendo: - ¡Despertaste, pequeño Astral! - suelta y coloca los objetos que trae en un hermoso mueble al costado de mi cama, al sentarse en un banco pequeño continúa - Llevas ahí casi tres horas, tus amigos están preocupados, en especial uno quien no para de caminar de un lado a otro. Ten, ponte ésto, el agua está preparada por Astral así que te hará bien niño - lo miro extrañado, no parece tan rudo como se muestra frente a los otros Hércules, incluso a todos nosotros, desde que empezamos con todo ésto hasta ahora su cambio de carácter ha sido inmenso, ahora empiezo a entender porque está junto a Astral, si me fijo bien, en su mirada veo bondad bajo ese masa de músculos; - Te lo agradezco mucho Sigmun, y con respecto a lo que pasó yo... - me lanza el pañuelo en la cara para cortar con mis explicaciones. - Benjamin, no hay nada de que disculparse. Es la primera vez que vemos algo así, tus habilidades son impresionantes y es un hecho. Pero ten cuidado que no se te vuelva peligroso. Escucha... - me habla mientras conectamos miradas - no todo es lo que parece en éstos tiempos ¿sabes? - no sé a que se refiere, sólo me quedo estupefacto intentando organizar mis pensamientos mientras miro el tatuaje en su brazo derecho, es un dragón alargado con alas anchas azul marino. Astral entra y rompe con el extraño momento y sonríe al verme despierto - ¡Justo a tiempo Ben! Al Hércules que conjuró el hechizo de magia oscura no le gustó en lo absoluto tener que volver aquí para volver a crearlo, cosa que nos importa poco luego de ver tu increíble poder. Todas las pruebas han sido retrasadas unas horas y todos tus compañeros y los de los demás grupos están descansando. Es una hora vamos a la cuarta prueba creada por los Hércules que comenzaron en el Este. Ah, y antes de irme, estoy impresionado, Ben. Ahora si te sientes bien puedes bajar, tus compañeros están en el bosque. - me dice y cuando está a punto de salir junto a Sigmun digo algo simple pero significativo - De verdad, se los agradezco mucho. - sonríen y salen.

 Descansar me puso de buen humor aunque todavía no puedo sacar de mi cabeza la imagen de mi padre siendo asesinado ni tampoco éste dolor en el pecho que tanto me molesta. Al verme todos corren hacia mi y me preguntan como estoy, por supuesto siendo el primero Marco quien me dice lo muy preocupado que estaba por mi. Los tranquiliza el saber que me siento de maravilla y yo me alegro por ver sus rostros mucho mejor a los de hoy a la mañana, está claro que han descansado lo suficiente. Me siento junto a ellos en unos troncos al rededor de una fogata bien construida. Albert me lanza una enorme manzana y la atrapo con fuerza en el aire, su sabor me recuerda a mi niñez y cuando papá y yo íbamos a recolectarlas cerca del lago de las montañas donde abundad los manzanos - Gracias, Al. - le suelto, y me sorprende haberlo llamado por su diminutivo, increíble que en su cara se asome una sonrisa mientras que sus ojos (lo que no me sorprende) expresan curiosidad por mi amabilidad. - Muchas gracias Ben, por lo de hoy. - dice Kan sin despegar la mirada de la llama que se mueve rápidamente en varias direcciones. - Cualquiera de ustedes lo hubiera hecho si supieran controlar su quanar y hacer algo de magia blanca, no soy un héroe y si no lo hubiera hecho de todas formas nadie estaría lastimado. Lamento haberlos preocupado y haber atrasado todo rompiendo el conjuro, sinceramente no era mi intención, si lo era terminar con todo éso. -. Mis palabras rebotan en el bosque y el frio disipa el calor del fuego así que lanzo un hechizo simple en la fogata para acrecentar la llama. - ¿Que han visto? - pregunta Jack. A Kan se le llenan los ojos de lagrimas y nos cuenta que su visión se basaba en su madre siendo acechada por lobos feroces y ésta pidiéndole socorro; Corus dice haber visto como tres chicos se burlaban de él, insultándolo al igual que a su familia; Marco dijo haber visto a Nube siendo golpeada por un matón por lo que vuelve a mi mente su grito de furia ''¡Ven aquí, imbécil, ven a pelear como hombre!'' y danza en mi mente una y otra vez, para luego concentrarme en mí, y contar lo de mi padre y su asesino; Julian mira a un lado y veo como Jack lo despeina amistosamente, apoyando su angustia, comenta que vio a su hermano muerto saludando a lo lejos, alejándose cuanto más se acercaba, lo que lo hizo golpear muchas veces con las grandes rocas del lugar (puedo ver un moretón en la frente); Jack a su lado no quiere contar demasiado así que solo explica que es algo referido a una persona cercana en peligro, respetamos su falta de detalles, por lo que concluye Albert describiendo como una bella joven lo llama desde lejos, al acercarse lo seduce y cuando lo besa abre los ojos y ve ojos sin vida, viendo un cadáver junto a él. Ésta prueba no era física, estaba alejado de ello, tenía que ver con nuestra psiquis. Enfrentarse a nuestros miedos y tristezas es más difícil que combatir cualquier bestia del bosque, y eso se puso a prueba. ¿Que hubiera pasado si no lanzaba mi hechizo? mis sombras perdían poder cuando más las enfrentaba, supongo que esa era la clave para erradicarlas, simplemente combatir contra ellas, contra nuestros temores y lamentos.
 Termino mi manzana y la lanzo al fuego lo que la achicharra y deja escapar un olor delicioso al principio, para luego pararnos ante la presencia de los Hércules. A lo lejos observo como la cúpula oscura vuelve a formarse, me alegra estar en el bosque y no cerca de Pedrena y escuchar las quejas y el enojo del Hércules que la creó, si mal no recuerdo las palabras de Sigmun, su nombre es Dorión. Astral apaga la llama con un hechizo congelante, me quedo observando el movimiento de su mano derecha y su extraño guante de cuero negro con los dedos recortados, parece como si en su palma tuviera algo, no quiero molestarlo más, habrá tiempo para eso y me limito a empezar a caminar con los demás hacia el Este.

 Nos dirigimos a la prueba creada por los Hércules del Aire, el grupo donde comenzó Nube y Alma (lugar donde también han aprobado la preselección). Después de lo que vivimos no esperamos algo peor, estamos todos tranquilos y hasta muy curiosos de lo que puede ser el próximo desafío. Marco camina a mi lado pensativo y cuando estamos unos metros más adelantes del grupo, entre los Hércules y nuestros compañeros, me dice algo en lo que no había pensando hasta ahora: - ¿Te das cuenta de algo, Ben? Si algo está claro, y lo comentábamos con los demás mientras dormías, es que vas a ser uno de los seleccionados. Tu hechizo de viento en la prueba de los portales, tu inteligencia al atraer con la flecha encantada al pájaro gigante para que pelee con la serpiente y ahora ése increíble hechizo de luz que no solo eliminó a la sombras si no que destruyó el conjuro creado por un Hércules... faltan tres más pero creo que ya estás en camino para convertirte en uno de ellos. - Las palabras de Marco son acertadas, y muy claras. Desde que empezaron las pruebas lo único que hice es llamar la atención, lo contrario a lo que me dijo mi abuela. con su preocupado tono sincero. Lo que me dijo Sigmun en la cabaña ¿a que se refería? ¿Tiene algo que ver con lo que me ha advertido mi abuela?
- Chicos, llegamos al portal. Me tomé el atrevimiento de facilitar el viaje hacia el Este mientras descansaban. - Nos alegramos que no tengamos que caminar tanto y le agradecemos por lo alto, él parece ocultar una sonrisa de la vergüenza. Cuando paso por el portal me encuentro con un lugar realmente hermoso del Este del bosque, la llanura verde, donde el padre de Albert (a unos kilómetros de aquí) cultiva. A unos metros nuestro hay una tienda de color verde oscuro. Astral y Sigmun bajan de sus caballos y con una palmada cada uno envían a sus corceles al bosque. No puedo esperar más, la cuarta prueba está a punto de comenzar. ¿Que habrá dentro? ¿de nuevo espadas o arcos? ¿Quizá tengamos que utilizar magia? Estaría en ventaja con los demás, aunque no creo que sea éso. Cuando entramos nada de lo que pensaba yacía dentro, si no objetos que no me disparan ninguna idea de a que se basa la prueba: Largas sogas, Frutas (Cestos de hermosas manzanas, plátanos, duraznos, cocos, ciruelas y frutillas), varas largas y duras terminadas en rectangulares flexibles de cuero, unos especies de cintos negros con grandes hebillas que parecen ser de plata, escudos de todo tipo y forma, y otras cosas que nunca he visto. Todos miramos a los Hércules extrañados por lo que hemos encontrado, exceptuando Corus que esboza una sonrisa que me inquieta.
- Tomen lo que crean necesario y la prueba comenzará al salir. Los Hércules creadores de ésta son Tar y Uriel, Tar es un Hércules experto en supervivencia y destreza física, Uriel es un Hércules Cazador con afinidad en un cierto campo. - y salen de la tienda. Bien, algo entiende Corus que parece todos nosotros no, así que lo suelto: - Corus por tu sonrisa parece que sabes de que trata ésto, y... te agrada, ¿podrías... contárnoslo? - le digo sonriendo por su expresión, todos en silencio focalizamos nuestra mirada en su alegre rostro; Corus nos mira y se acerca al cesto de manzanas lanzándome una por los aires, para cuando la atrapado diga algo que no esperaba: - ¡Animales!

martes, 23 de septiembre de 2014

BENJAMIN THEMIFORZS; Capítulo nueve, La tercer prueba

Parece un clorión pero no es eso lo que nos despierta sino un sonido más grave y entrecortado. Me cuesta mucho abrir los ojos, estoy un poco molesto, parece como si no hubiera dormido nada en toda la noche. Cuando miro la ventana puedo observar que todavía no ha amanecido. Después del día de ayer necesitamos más tiempo para descansar, pero está claro que si queremos ser Hércules no podemos cansarnos tan fácilmente, así que en silencio nos preparamos para bajar. Todos estamos callados, y un poco de mal humor, así que de forma rápida vamos hasta el segundo y último piso para lavarnos los dientes y el rostro -gracias a que Jack nos advirtió que había instrumentos de higiene para cada uno-. Bajamos las escaleras y siento el frío tan gélido que parece cortar mi piel. Cuando estoy por la mitad del tronco escucho como a pocos metros del suelo Corus cae; en otro momento estuviéramos riendo pero nadie está de humor, excepto Albert que lanza una carcajada poderosa desde abajo. El camino hasta la orilla se torna pesado, imagino la energía y el tiempo que ahorraríamos si fuera tan bueno como para crear portales a voluntad, siendo realista estoy a varios años de poder realizarlos. Cuando llegamos Astral parece muy enérgico arriba de su corcel blanco, mientras que Sigmun lanza un bostezo que esconde mirando hacia atrás, el sonido lo hace demasiado obvio. - Espero hayan descansado. Nos espera la tercer prueba. - nos dice Astral y gira las riendas en dirección al Norte. El bosque de noche es bastante tenebroso, a veces se escuchan ruidos animales que no conozco y se mueven ramas, o crujen troncos caídos, así que me limito a acompañar la luz mágica de Astral con la mía para iluminar aún más el sendero. El sol empieza a aparecer justo cuando estamos llegando - Pedrena eh, solemos venir aquí a despedir a mi padre cuando se va a la ciudad blanca - comenta Corus, y me enseña la ruta aledaña que lleva al lugar -aunque está muy lejos de aquí-. Pedrena no es más que un paisaje al norte del bosque índigo, justo cuando termina, el cual se diferencia de los demás por ser una zona muy pequeña pero árida y repleta de grandes rocas de diferentes formas, con la curiosidad que desde los deshielos de las montañas del Oeste baja un caudal de agua poderoso, lo que después de mucho tiempo formo un gran rio que pasa justo por entre medio (por eso fue creado un puente para atravesarlo). Actualmente no hay mucha agua ya que estamos en invierno, pero cuando comience la primavera rápidamente eso cambiará. El sol está en lo alto y comemos algunas frutas que trajimos de la cabaña como desayuno. Los Hércules nos avisan que la prueba comenzará cuando el sol se pose sobre la montaña más alta, así que nos sentamos y buscamos algo que nos de una idea de que puede ser el desafío de hoy, no viendo nada más que rocas y más rocas. Luego de un rato estoy junto a Marco buscándoles formas y nos reímos al percatarnos que una se parece a Sigmun. Los Hércules se levantan y nos metemos en el suelo árido que caracteriza esta pequeña porción de tierra. Recuerdo haber leído sobre ésto en la escuela, no es natural su aridez si no que se debe a un pueblo antiguo que vivió en el lugar y ejercía una forma de agricultura letal para la tierra,  por otra parte aprovechaban las piedras para usarlas como hogar, colocando como techo pieles de animales u construcciones con madera extraída del bosque.

 - Es aquí. - empieza a hablar Sigmun. - Ésta prueba fue diseñada por los Hércules encargados del grupo de Fuego, James y Dorión. El primero se especializa en combate cuerpo contra cuerpo, y el segundo es un guerrero que estudia hace años la magia oscura, no siendo un Hechicero como Astral, pero si con la capacidad de hacer grandes hechizos. Cuando salgamos de ésta tierra comenzará la prueba. Es importante advertirles que si quieren pasarla tienen que ser valientes, repudiaré al cobarde ¿entendido? - todos asentimos y el parece satisfecho. Algo me llama la atención, no nos han dado armas ¿es que no nos vamos a enfrentar a nada? no logro comprenderlo, así que estiro mi rostro entumecido por el frío y pregunto cuando ya están a unos metros - ¿No hay armas? - al decirlo parece que hay un poco de miedo en mi voz, pero no es demasiado, de todas formas en las anteriores dos pruebas lo tuve; Astral me mira a los ojos con una mirada penetrante y bondadosa: - Si las necesitan aparecerán. - luego se da vuelta y siguen caminando en dirección a sus corceles. Momentos después desaparecen al pasar por entre medio de dos rocas. Mi respiración empieza a acelerarse y no entiendo el porque, algo anda mal, me duele la cabeza y me siento incomodo; como si de una cúpula se tratase veo como una especie de oscuridad empieza a envolver el terreno, de nuevo parece hacerse de noche, cambiando el sol por una luna brillante, y las nubes por estrellas que apenas brillan. Las rocas se ven espeluznantes cuando de pronto de ellas empieza a emerger una niebla horrible, espesa, de la que nos alejamos lentamente, agrupandonos como en la anterior prueba, mirando al exterior en circulo.
 - ¿Que es ésto? - pregunta Albert a lo que Marco responde - Niebla, idiota. - hubiera reído si no estuviera con el corazón tan acelerado, recordando lo mucho que mi abuela me ha dicho que me aleje de la magia oscura. Soy muy sensible ante las energías y ésta es de una vibración sumamente baja, me hace temblar las manos, aunque a los demás no parece afectarles en lo absoluto más que causarles temor. La niebla está por todas partes y no podemos ver bien a más de cinco o seis metros. - ¿Que dices? - dice Corus al aire pero nadie habló; lo miramos con atención pero él fija su mirada en la niebla, atareado. - ¿Mamá? ¿Mamá estás bien? Por favor contesta, ¡¿que te sucede?!- suelta Kan de pronto pero sigo sin entender nada. - ¿Quién ha sido? ¡Callate idiota! - gruñe Corus quien entra corriendo en la niebla. Kan hace lo mismo pero en otra dirección, no parecen escucharnos gritas que vuelvan. Algo en la niebla... algo está haciendo que se comporten así. Me recorre un frío agudo por la columna al escuchar gritar a Marco, furioso, a la nada misma. - ¡Ven aquí, imbécil, ven a pelear como hombre! - acto seguido se escabulle en el grisáceo humo. Jack, Julian, Albert y yo estamos petrificados, muertos de miedo. Escucho algo, gritos, no son de mis compañeros... es un hombre, me tapo los oídos pero aun así se oyen, como si estuvieran adentro mío, aunque los escucho desde afuera. Julian llora mirando un punto fijo - ¡Vuelve, por favor! - dice y corre hasta su visión. Intento ignorar lo que estoy escuchando, esta prueba pone a prueba nuestra fuerza mental y emocional, no tengo que dejarme vencer. Albert no habla, solo corre y desaparece. Jack y yo nos miramos, él también intenta tapar sus oídos, se sienta en el suelo y, sin poder aguantar más grita: - ¡Suéltenme! ¿Quienes son? ¡Salgan de aquí! - y veo algo tenebroso por demás, dos sombras de ojos rojos y forma humana totalmente negras lo arrastran hacia algún lugar. Estoy temblando, estoy solo, ahora solo puedo pensar en una cosa, los gritos que escucho. Mientras más le presto atención más fuertes se escuchan, y empiezo a ver algo en la niebla... no puede ser... - ¡Papá! - grito e inconscientemente voy corriendo tras él mientras veo como un hombre con una larga daga me amenaza con matarlo. Está ahí, lo puedo escuchar, lo puedo ver. Se ve joven, y en su rostro hay miedo, pero no cualquier miedo, ese que te vuelve un niño. ''No es real, no es real, no es real'' me digo en voz alta varias veces. - ¡Hijo, ayúdame! - Abro los ojos fuertemente - ¡No eres mi padre, jamás hubiera puesto en riesgo mi vida, preferiría morir antes que eso! - mis palabras se escuchan como eco en el vacío, puedo volver a oírlas una y otra vez por todas partes, me enloquecen. Los dos sonríen exageradamente dando paso a la risa, el hombre de la daga hace un corte asesino en el cuelo de mi padre y giro para no observar. No son más las voces que eran, vuelvo a mirar y parecen enojados, coloreando sus ojos de un rojo intenso y transformándose en dos sombras horrendas. Empiezan a perseguirme y corro lo más rápido que puedo, tropezando con rocas y cayendo. Estoy en el suelo... ''es tan solo una prueba'', me recuerdo... ¿como se supone que tengo que combatir con éstos entes? Las sombras me toman de los pies y me arrastran con gran velocidad. Intentar resistirse es inútil, dejo dos lineas larga en el suelo pedregoso de mis intentos por aferrarme a él, fallidos. ''Si las necesitan aparecerán'' - ¡No les tengo miedo! - grito, enfrentándolas. Ellas me miran con sus horribles iluminados ojos, moviendo la cabeza para ambos lados, como si me estuvieran inspeccionando. Observo como se ríen, sus voces son como chillidos de ave herida. Me paro como puedo y una vez arriba me empiezo a acercar a ellas. Sus risas me están volviendo loco, parece como si intentaran sacar lo peor de mí, y lo están consiguiendo. Tomo una piedra y se las lanzo, pero ni se inmutan, empezando a reír más fuerte. Piensa, tiene que haber una forma, algo que haga que desaparezcan. - ¡Claro, es magia oscura! -. Junto mis manos cerca de mi corazón y focalizo energía dentro de ellas: creo una luz blanca pura y brillante y con todas mis fuerzas la lanzo hacia las sombras y acierto. En el suelo se retuercen de dolor, y desaparecen antes de atacarme. Construí un camino con mi energía de magia blanca, al dejar de escuchar los gritos de mi padre y las voces de su asesino puedo oír los gritos, y los llantos de todos mis otros compañeros. No puedo verlos, pero ésto no puede continuar, no... ¡tengo que hacer algo! Amor, paz, armonía, bondad, hago brillar mi conjuro con pensamientos claros y puros. - Hora de iluminar la noche -. Lanzo el hechizo de magia blanca más potente que hice en mi vida pero hacia el cielo. Lo veo brillar como un sol blanco que luego se convierte en estrella, segundos después la calma; una explosión blanca estalla en el firmamento, la onda expansiva de mi hechizo está disipando la niebla, en su paso destruye a las sombras que perseguían a mi equipo y por último agrieta la cúpula de magia oscura y la destruye, lo que nos deja al descubierto pudiendo ver un sol escondido entre nubes grises, volviendo a ver la realidad mientras caen pequeños rastros de energía como nieve. Caigo de rodillas, siento nauseas y me duele el pecho, mi nariz está sangrando. Veo como Sigmun y Astral vienen a todo galope, preocupados. - ¡Benjamín! ¡¿estás bien?! - grita Astral, pero solo eso escucho, mis ojos se cierran y caigo desmayado.

lunes, 22 de septiembre de 2014

BENJAMIN THEMIFORZS; Capítulo ocho, Promesas

Los Hércules se acercan a nosotros sobre sus caballos; el de Astral es blanco como la nieve y tiene una crin larga y bien cuidada teniendo en algunas zonas anillos de diferentes tamaños que segmentan mechones. Lo miro a los ojos y el me observa con cuidado, sorprendido al igual que Sigmun. - ¿Donde aprendiste a hacer magia elemental, Benjamín? - me pregunta Astral curioso y me encojo de hombros - Mi abuelo... -titubeo un poco- tiene libros, y como siempre me interesé en el tema y soy muy autodidacta practiqué durante años, solo, en el bosque. Está claro que tengo muchos problemas para controlarlo, espero algún día ser tan bueno como tú- le suelto, sin intención de halagarlo, y sonríe. Los demás hablan con Sigmun que parece menos duro que al principio, pero sigue rígido. Astral continúa conmigo: - Tienes muchas cualidades, jamás vi a un joven de tu edad hacer hechizos elementales tan poderosos como los que lograste. Sigue así, Ben. -. Su voz es como cantada, simplemente es melodiosa y hasta delicada, pero masculina y serena. Nos unimos a los demás y ya casi está anocheciendo. Estamos todos exhaustos y, según nos dicen los Hércules, nuestras familias están avisadas que pasaremos la noche afuera. - Luego de la segunda prueba podemos descansar hasta mañana, se nos ha designado en la zona Oeste la cabaña al lado del lago. Ustedes lo harán ahí, nosotros debemos juntarnos con los demás en el circulo. Volveremos mañana antes de que amanezca, estén preparados para la prueba del Norte. - explica Sigmun y se van a todo galope, perdiéndose entre la vegetación. La cabaña está en la ladera de la montaña, en un árbol muy alto y fuerte. No es lujosa, ni nada parecido, pero es cómoda y acogedora. Desde aquí podemos verla, así que vamos en camino. - Disculpa, Ben, ¿Donde haz aprendido a hacer hechizos? - me pregunta Jack, y me mira con atención mientras caminamos. Le cuento brevemente, como lo hice con Astral, y los demás se reúnen a escuchar. No me gusta que me presten tanta atención así que los distraigo enfocándola en otra parte: - Y tu, Jack, eres bueno con el arco, le diste en el ojo a la serpiente. - funciona, ahora todos lo felicitan a él. Estamos a mitad de camino y se escuchan ruidos de animales que no vemos por la oscuridad, el sol se ha ido y lo mejor que puedo hacer es crear una luz en mis manos de magia blanca para iluminar nuestro andar, aunque podría también hacer fuego pero no logro contenerlo en la mano. Todos miran el resplandor que creo, es magia simple, sencilla, pero al no estar acostumbrados a ella se quedan atónitos. Cuando llegamos tenemos que subir unas largas escaleras clavadas en el tronco. Para entrar debemos correr una puerta deslizable y entrar desde abajo. - Ben, necesitamos luz aquí arriba - dice Albert, - Lo sé, Albert, déjame terminar de subir - le contesto con voz recia. Una vez arriba vuelvo a iluminar con magia y nos sorprendemos al encontrar en una mesa de madera alimentos para la noche: frutas, carne asada, verduras y agua. No hay lo suficiente como para atiborrarse pero si como para satisfacer nuestra hambre y sed. Corus es el que reparte en partes iguales mientras coloco maderas en el centro de la cabaña sobre el candero -un espacio especial que tiene algunas cabañas del bosque para crear fuego, donde se puede cocinar y calentar el lugar, éste mantiene alejado las llamas de la estructura y el humo se va por un conducto en el techo, justo sobre éste-. Podría crear fuego con las rocas y el pasto seco que está preparado a un costado pero lo hago más rápido con el hechizo de fuego que uso para calentar el agua de mis baños. El calor de la llama se siente de maravilla. Nos sentamos en el suelo y empezamos a comer sobre platos de ceramica que había en el lugar. Nos dedicamos a pasar la noche conversando, primero sobre lo acontecido, luego un poco más sobre aspectos personales. Estoy conociendo un poco mejor a cada uno de ellos: Corus es sumamente inteligente -algo que sabía- pero no es para nada tímido como pensaba, solo tienes que hablarle para que siga con una conversación amena. Su padre es científico y trabaja en el norte de la ciudad blanca -lo que sería la capital de nuestro reino- y lo que realmente me llama la atención es que no alardea de sus conocimientos. Nos explica que a pesar de haber terminado el centro de formación con honores no le apasionan los estudios matemáticos y lógicos, que su verdadera pasión son los animales -cosa que oculta porque a su familia le disgusta que siga ese camino y no el de su padre-, y que en realidad sus buenas notas se las debe a una rutina pactada por su padre desde niño que lo obligaba a estudiar horas continuas, comenta que todas las noches antes de acostarse, su padre le decía lo mismo: ''Estudio es futuro hijo, pronto comprenderás''; Julian es un poco más reservado y se limita a pensar sus palabras, expresando oraciones cortas y concisas, pero no me disgusta en absoluto ya que quizá solo necesite más confianza para poder ser el mismo. Apenas despegando la vista de su comida y de su amigo nos cuenta lo básico, dos hermanos más grandes que no viven en el bosque -no nos digo donde han ido-, una madre ama de casa y un padre leñador. Parece tener una vida tranquila; Jack tiene una costumbre extraña y de vez en cuando parpadea rápidamente y varias veces. Es alegre y a veces un poco presumido, aunque detrás de esa falsa confianza creo que hay algo más que no quiere sacar a la luz. Me sorprendo al enterarme que sus padres son arqueros y trabajan como profesores en los alrededores del bosque. Me sorprendo más al saber que su madre fue nuestra profesora antes de que sacaran por ley ese tipo de actividades en la escuela. De más está decir que ahora entiendo porque era el mejor con el arco, nos cuenta que practica en el bosque, justo como yo con los libros de mi abuelo; Albert hace lo de siempre, alardear su supuesto dinero. Comenta que su padre tiene tierras donde cultiva en la llanura verde -sitio de agricultura ubicado justo al este del bosque índigo, abastecedor principal de alimentos de la región sur-y lo bien que le va a su madre en la tienda familiar en el círculo del bosque. No lo escucho demasiado y de vez en cuando miro a Marco lanzando miradas cómplices, sonriendo a veces; Kan tiene padres comerciantes, pero no trabajan en el bosque si no en Barkeing de donde es origen y ha venido el mismo día que llegaron los Hércules. Nos comenta que también otros Hércules iban a pasar por su anterior aldea el mismo día que vinieron al bosque, por lo que no tuvo inconvenientes. Cuando le preguntamos sobre sus gustos piensa un momento y le brillan los ojos para luego soltar una simple y hermosa palabra: Música; Nos toca a Marco o a mí, como no nos decidimos y le otorgamos el lugar al otro, nos quedamos en silencio y empezamos a hablar al mismo tiempo, me golpea mientras reímos y continúo, explicando un poco quien soy. Saben quien es mi abuela, exceptuando Kan, así que comento lo mucho que la admiro a ella y a mi abuelo, ella hechicera solo de magia blanca, sanadora, y él un Hércules hechicero nomade, del cual aprendí lo poco que sé gracias a sus charlas de pequeño y a sus libros. Mi madre hace y arregla vestimentas y zapatos. Desde que mi padre murió en la guerra apenas nos alcanza el dinero, y hace dos años que la ciudad blanca decretó la disolución de la ayuda a viudas con hijos de Hércules caídos, por lo que empecé a trabajar como ayudante de comercios en el círculo para ayudar a mi madre, sabiendo que mi abuelo dejó de mandar dinero y que mi abuela no cobra por sus servicios -aunque de vez en cuando recibimos algunos regalos a nuestro árbol de gente agradecida, como ropa, alimentos e incluso espadas o arcos, éstos últimos los vendemos-. Para cerrar les explico mi amor por la magia y lo desconocido, y mi deseo de ser un Hércules hechicero; Marco me mira pensativo y al salir de su ensoñación comenta lo que yo sé desde hace años, su deseo de ser un Hércules Guerrero y vivir muy lejos de éste bosque. Él ama el mar, dice querer ir a vivir cerca de él -el mar del Este- en cuanto pueda. No dice más nada, y tengo muy en claro el porque, seguramente no confía en ellos como para hablar de su familia.
 Al terminar de comer dejamos los restos en la mesa y nos recostamos en la madera, mirando el techo, mientras seguimos hablando un buen rato más de temas para nada serios. Mis ojos se están cerrando de a poco, y por el sitio donde está la luna estaríamos acostándonos en mi hogar. - Hora de descanzar, mañana será otro largo día. - nos dice Corus, y todos concordamos. Al cerrar los ojos imagino la tercer prueba, imagino la cuarta, imagino como sería mi vida siendo Hércules, alejado de mi amado bosque, quizá de mis amigos, viviendo una vida llena de adrenalina. Trato de bloquear un recuerdo continuo que sigue llegando a mi mente: mi abuela advirtiéndome que no destaque en las pruebas. Oigo las pequeñas olas del lago golpear las orillas, el viento surcando el aire y acariciando la cabaña a éstas alturas. Marco se da vuelta, yo abro los ojos y lo miro esperando lo que está por decir, a media voz dice: - Ben, estamos juntos en ésto ¿entendido? No lo olvides amigo. -. Sus palabras flotan en el aire y se meten en mi cabeza, quedando grabadas. Respondo por lo bajo pero lo suficientemente fuerte como para que me oiga: - Es una promesa.

domingo, 21 de septiembre de 2014

BENJAMIN THEMIFORZS; Capítulo siete, La segunda prueba

''Los seleccionados son: Marco Fatuos, Albert Raminof, Jack Day, Julian White, Corus Neli, Kan Collins y Benjamin Themiforzs'' -hace eco en mi mente las palabras de Héctor-. Mis pasos son firmes y ligeros. Huelo el olor a madera de los troncos, al pasto y a la tierra húmeda del lugar. El sol entra por entre las ramas de los largos árboles y se siente cálido cada vez que eres alcanzada por uno de esos haces de luz. Camino en paralelo junto a Marco y Kan que no parecen tan nerviosos, los dos están en silencio igual de expectantes que yo por la segunda prueba. Astral y Sigmun conversan por lo bajo a varios metros adelante de nosotros, se puede observar como el más grande de los Hércules se inclina un poco a la izquierda para acercar su oído a la suave voz de Astral. Hemos quedado pocos, pero así ha pasado también con los demás, ni hablar con el grupo de Fuego, la pobre Helena es la única que ha quedado en él.
 Analizo a mis compañeros, además de Marco y Kan están Albert, Jack, Julian y Corus. A los últimos tres los conozco del centro de formación al ciudadano, pero lo terminaron el año pasado, uno de ellos, Corus, con honores; Julian y Jack son amigos o eso parece porque desde ayer los veo juntos todo el tiempo, es algo a tener en cuenta. Me toco la frente y noto la trenza de mi padre, me aseguro que atrás esté bien anudada, mientras imagino a donde nos estamos dirigiendo: si seguimos derecho, con mi conocimiento del bosque, vamos al Lago de las Montañas. El lago de la montaña es realmente hermoso, uno de los lugares más visitados en verano por los habitantes del bosque, y que en invierno apenas se visita, por supuesto aprovecho ésta época para venir; éste se ha transformado en mi lugar favorito cuando quiero estar solo. El lago es muy grande, tiene una orilla de pequeñas rocas, a un lado está limitado por la ladera de las montañas y luego por el mismo bosque: ''Cualquier cosa menos que la prueba sea meternos en el agua en invierno'' pienso. Minutos después mis sospechas eran correctas, la segunda prueba es en el sitio que creía.
 No hay nada sospechoso, solo una gran roca con forma envolvente en la que hay objetos que desde aquí no puedo ver con facilidad. - Hemos llegado. - Empieza a hablar Sigmun desde su corcel negro azabache. - Ésta prueba fue creada por los Hércules del grupo de la tierra, Tárcamo y Polan, el primero es un conocido domador de Bestias, y el segundo un prodigioso Arquero. Tomen sus armas, la prueba está a punto de comenzar.- Ésto no me huele para nada bien. Cuando nos acercamos a la roca gigante hay diferentes tipos de Arcos, algunos son largos y delgados, otros son más gruesos y cortos, hay de madera y otros de materiales más duros. Son tantos que podemos elegir tranquilos sin el vértigo de tomar rápido alguno antes de que te lo arrebaten. A decir verdad no sé nada sobre tipos de arcos, solo lo básico, recuerdo haber leído sobre ellos en algunos libros de hechicería de mi abuelo pero no hablaban de éstos si no de como encantarlos al igual que a las flechas, para hacerlas más letales. Hay uno que me llama la atención, es del mismo color que la espada que había tomado en la prueba anterior pero ésta tiene un brillo particular que me cautiva, adoro el índigo. El material es más pesado que la madera, pero parece mucho más resistente. Tomo un carcaj con flechas -las cuales son todas iguales- y salgo de la cueva que forma la roca. Todos tenemos el nuestro y nos colgamos el carcaj en las espaldas, esperando nuevas indicaciones de los Hércules. Cuando los buscamos ya no están por lo que empezamos a llamarlos, pero no responden. - ¿Dónde se han metido? -. pregunto al aire y como si fuera una respuesta se escucha algo que nos hace reunirnos en ronda, pegados, mirando al exterior: es el rugido de una bestia, parece un ave gigantesca. Hace años, cuando el centro de formación al ciudadano aún se llamaba escuela, nos enseñaban a tirar con arco, pero luego con los cambios y las nuevas leyes ésas materias físicas han sido extirpadas, espero conservar algo de memoria, aunque sea corporal, de como disparar. Saco una flecha y la preparo, tenso la cuerda y apunto al cielo, a la nada misma, esperando un objetivo. Miro a mi alrededor y todos hacen exactamente lo mismo, Corus y Kan parecen tener problemas con la preparación ya que de vez en cuando se les zafa la flecha y tiene que volver a tensar el cordón. No veo nada. - ¿Donde estás, monstruito? - suelta Marco que está a mi derecha, acto seguido se escucha un ruido acuoso en el lago y vemos como salen grandes burbujas del interior. Otra vez el grito de ave. No sabemos a donde mirar, ¿agua o cielo? y justo ahí se nos aclaran las dudas, ¡Cielo! Una especie de Águila gigante con cuatro alas y pico ganzúa sale de entre las montañas con las garras apuntando directo hacia nosotros. - ¡Hay que separarnos! - grita Jack, y todos corremos en direcciones diferentes. El ave impacta contra el suelo y deja un agujero en éste, llevándose gran parte de la tierra entre sus garras, a toda velocidad de nuevo al cielo. - ¿Que diablos? - Murmura Kan ahora sí con el arma perfectamente preparada. El monstruo aéreo se mete en el bosque de la montaña de nuevo y las aves pequeñas vuelan por todas partes con su llegada. Espero que vuelva a salir del mismo lugar donde entró pero no lo hace. - ¿Eso es todo? - grita Albert para luego disparar una risa atolondrada, me encantaría haberlo callado con un golpe pero lo hace algo mucho peor. Nos cae una lluvia discontinua pero no viene del cielo, algo ha salido del agua, cuando se disipan las gotas y puedo verlo con claridad doy dos pasos hacia atrás y me caigo: Es totalmente blanco, excepto sus ojos que son negros y aterradores. Tiene una forma que se me hace familiar, es casi igual a una cobra solo que tiene dos especies de alas que parece usa de aletas en el agua, y las mueve para todas partes mientras abre su boca y deja a la vista dos largos colmillos de serpiente. La serpiente marina sale del agua y serpentea dirigiéndose a Kan. ¡No puedo permitir que le dañe! Disparo pero mi flecha impacta en el suelo, a metros de la bestia. Los demás hacen lo mismo y solo una le da en su espalda, lo que la hace girar rápidamente y chillar con un sonido tan agudo que quiero taparme los oídos. Preparo otra flecha y vuelvo a dispara, ¡Acierto! y varios lo hacemos, pero no basta... - ¡Tiene que tener algún punto débil! - grita desde la otra punta de la orilla Corus. Si pero ¿cual? - Marco, tenemos que ver todo desde otra perspectiva, ¡subamos! - Le suelto señalando la roca donde están los arcos, los dos corremos tratando de alejarnos lo más que podemos de la bestia y empezamos a subir la roca. Una vez arriba observamos con detalle y contamos unos seis impactos de flechas, tiene que haber algo más que podamos hacer. Tengo miedo, pero ya no me paraliza, si no que me llena de una adrenalina que me permite actuar, consciente. Tengo que usar mi Quanar, tengo que hacerlo de nuevo. En vez de focalizar mi energía en mi mano sostengo una flecha y la concentro en ella, quizá lo mejor sea realentarlo, con un hechizo congelante, así que voy a hacer magia elemental de agua; el elemento agua es mi favorito de usar, y el que más se me facilita -extraño ya que, por lo que leí, es el más difícil de controlar en la mayoría de los magos-. Mi mente se nubla cuando escucho un grito aterrador, es Julian, y está siendo estrangulado por el monstruo marino. Todos le disparan y parece debilitar la fuerza de su asesina constricción pero sigue sin soltarlo. - ¡Va a morir! -. Mi flecha de hielo podría congelar una parte de su cuerpo pero no serviría de nada, no soy tan poderoso, no, no lo soy, apenas podría inmovilizar a un ciervo... tengo que pensar algo... - ¡Dispara Benjamín! -. Me golpea Marco y -cambiando de opinión- absorbo la energía que acumulé en la flecha para volver a cargarla de otro elemento, Aire. - ¡Dispara! -. Suelto mis dedos y la flecha no da en la serpiente si no que va justo donde quería, a donde está el ave gigante. Veo como en la ladera -en el sector donde impactó la flecha- los árboles se mueven para todas partes, está creando remolinos poderosos en el sector; luego... lo que buscaba. El ave grita y sale desplegando sus enormes alas y se dirige de nuevo hasta la orilla, al ver la serpiente marina cae en picada y con su enorme pico la toma desde su cuello luego de un chillido aterrado. Julian cae al suelo, tose un poco y se para gracias a la ayuda de los demás; está bien ya que no tarda en volver a tensar su arco. Las bestias luchan sobre el lago, en el aire, casi tocando el agua; la serpiente estrangula las patas del ave y ella picotea su lomo desgarrando su piel. Marco y yo seguimos disparando flechas desde arriba, mientras los demás se separan en la orilla y continúan junto a nosotros; finalmente lo impensado. Alguien impacta una flecha en el ojo de la serpiente -a juzgar por el grito de victoria que ha lanzado el merito se lo lleva Jack- y ésta empieza a dar mordiscos al aire mientras lucha con el ave. ''Que la muerda, que la muerda, que la muerda'' decimos tanto Marco como yo, hasta que se cumple: la criatura marina muerde el pecho de la aérea, y ésta le da un picotazo mortal en su cuello. Los dos caen al agua, retorciéndose juntos, quedando luego de unos segundos... inmóviles, muertos, flotando en el lago de las montañas. Segundos después se hacen cenizas y Astral junto a Sigmun aparecen de entre los Árboles, perplejos, y como si lo hubieran pactado los dos dicen al unísono: - Son buenos... -.

sábado, 20 de septiembre de 2014

BENJAMIN THEMIFORZS; Capítulo seis, La preselección

Marco me abraza con fuerza y yo hago lo mismo con él, abro lo ojos y observo como Sebastián se aleja lentamente hasta el sector donde se encuentran Sigmun y Astral, los cuales nos miran curiosos; por otra parte Kan me mira y sonríe con los ojos vidriosos, contento y exhausto. Un reflejo de luz roja aparece a nuestra derecha y del portal sale un grupo riéndose a carcajadas con sus manos desarmadas, parece que han tenido suerte en la selección. Me acerco a los demás, los Hércules nos observan sin decir palabra alguna, ya nada me sorprende de sus cambiantes actitudes, nadie les dirige la palabra todavía. Chispazo de luz azul y miro a mi izquierda, justo arriba del hombro de Marco, el grupo sale corriendo -algunos lloran, otros gritan, Edison se sacude con violencia-, exceptuando Albert que parece confundido, mirándolos como si no podría creer lo que está pasando y no entendiendo el porque de sus estados, me recuerdo preguntar por sus experiencias aunque me repugnen. - ¡Bien! Estamos todos. Queremos decirles que observamos a cada uno de ustedes, en sus respectivas selecciones y experiencias, analizando sus acciones, movimientos y decisiones en imágenes plasmadas en los reflejos de cada portal. Estamos decepcionados en algunos casos, y en otros realmente sorprendidos. -. Astral me mira justo en ese ultimo instante, eso me asusta, está claro que no es común controlar el Quanar -la energía vital que se utiliza para realizar hechizos- por lo que seguro se refiere a mí, o quizá solo sea mi ego el que me hace pensarlo, no lo sé en realidad. ¿Acaso fue buena idea mostrar mis habilidades? Los consejos de mi abuela sobre no destacar golpean mi cráneo y no me dejan pensar con claridad, Sigmun continua: - Observé mucha cobardía e ignorancia, y me dio mucho asco. Pero también observé agallas, potencial... -. ¿Algo positivo de él, y lo dice sonriendo sin ser irónico? Odio decirlo pero éste hombre empieza a agradarme. - Se que están atareados por la primer prueba, en ésta les hemos hecho enfrentar sus miedos en la azul, la lucha de la realización de sus sueños y sus actitudes al verse en lo más alto, en la roja, y experimentar el terror enfrentándose cara a cara a la muerte, en la negra -. Los demás nos miran con lastima, y algo más que no descifro. - Hay una nueva regla cambiada, procederé a leérselas:

 ''La unidad en equilibrio e igualdad decide de forma unánime que luego de la primer prueba de actitud se haga una selección de miembros para las próximas cinco. Los expulsados deberán volver a sus hogares sin la posibilidad alguna de ser parte de las fuerzas en el futuro. (...)''

Todos nos miramos entre sí, cuando dice ''fuerzas'' no solo se refiere a los Hércules Guerreros, si no a todo lo que a ellos refieren, tanto seguridad de la región, miembros de expedición, cargos en el consejo, y demás trabajos muy importantes... ésto es terrible ya que sin avisarnos estamos poniendo en juego nuestro futuro. Astral lo lee con un extraño tono, como si lo dijera por obligación, hasta parece triste por lo que sale de su boca, sigo escuchando atentamente:

''De más está decir que ésta decisión está basada en las necesidades de la región y cada uno de sus habitantes, colocando a cada quien en su sitio. Los seleccionados pueden elegir: Aceptar continuar con las demás pruebas, o dejarlas para el próximo año -entendiendo que solo se puede postergarlo una vez-. Les deseamos unas buenas elecciones. UEI (unidad en equilibrio e igualdad)''.

Astral levanta la cabeza y en su rostro se puede ver que se lamenta, aunque parece que trata de esconderlo; en cuanto a Sigmun no parece contento por ésto pero sigue con su expresión firme. Entre nosotros hay murmullos y pesar, nadie nos había avisado de ésto y ya no hay vuelta atrás, todo queda en manos de ellos. Somos callados por el Hércules más grande y nos dice que ésta preselección será realizada con los demás grupos en el circulo de la ciudad, frente a todo el bosque. Mientras vamos en camino Sebastián se acerca y yo me muevo hacia Kan, quien se lamenta que nos hayan hecho dejar nuestras armas al otro lado de un portal. Hablamos con Marco sobre los hechos acontecidos y en menos de diez minutos estamos de vuelta en el centro de la ciudad. Aire, Fuego y Tierra nos esperan separados en diferentes extremos del circulo. Al ubicarnos suena el instrumento de viento del pueblo y todos nos ponemos firmes mirando a lo alto de uno de los árboles donde habla Héctor mientras los nueve Hércules restantes están en fila abajo. Jamás vi tanta gente en el centro del bosque, increíblemente todos guardan silencio. Entre el publico veo a mi madre que me hace gestos a lo lejos, asiento con mi cabeza esperando que me esté preguntando si estoy bien... Si... estoy bien, por poco pero estoy bien. ¿Que hubiese pasado si caía en la lava? ''Acantilado de los caídos'' Marco luego de caer volvió a la superficie ya que Astral había colocado un portal debajo, por seguridad. ¿Eso es lo que hubiese pasado? Algo me dice que el Hechicero no hubiera permitido que nos hagamos daño, quizá todo haya sido más que nada una prueba psicológica por lo que nos explicó al terminar con el desafío. Desde arriba Héctor empieza a leer lo que nuestros Hércules nos habían leído hace unos momentos, la nueva ley. La respuesta de la población es obvia, negativa, pero nada pueden hacer, estamos a merced de las nuevas leyes. - Empezaremos con el grupo Aire, las seleccionadas para continuar son: Elvira Marnol, Sarah Maraly, Fedra Pros, Nube Clow, Alma Tarnis. Las demás, muchas gracias'' -. Quedaron, ¡Quedaron nuestras dos amigas! Con Marco vitoreamos junto a Sebastián, trato de ignorar lo anterior en éste momento, solo nos unimos por la felicidad de saber que siguen. Las demás se dividen en dos reacciones: algunas corren hasta afuera del circulo llorando y otras de forma lenta, avergonzadas. - En el grupo Fuego solo hay una seleccionada: Helena Magno. -. Es una de mis compañeras de clase, también me pongo feliz por ella, tiene un carácter curioso, a veces saluda al entrar y otras simplemente nos ignora a todos, pero no es mala... además no puedo negar que es muy bella. - Ahora empezarán con los chicos, ¡mucha suerte a todos! - Suelta Kan, todos le agradecemos y nos deseamos lo mejor entre sí, Héctor continua: - Grupo Tierra, los seleccionados son: Dorni Landom, Tai Álamo, Miguels Jackinson, Ulises Muller. -. Solo tengo trato con  Ulises que lo conozco desde niño, es el hijo del que era el mejor amigo de mi padre, cuando él murió no tuvimos más contacto, pero me cae muy bien solo que no nos cruzamos lo suficiente como para crear una amistad. Solo cuatro, de quince. Siento frío en la espina dorsal, el viento mueve mi mechón blanco y parece jugar con el viento, quedamos muy pocos en el círculo, luego de las palabras de Héctor todo será diferente. ''Que los dioses te lleven a buen puerto''. - En cuanto al grupo Agua, los elegidos son... - Mi corazón se detiene en seco, aprieto el brazo de Marco con fuerza y el me pisa el pié izquierdo como a un insecto, la pausa es más larga que las anteriores, ¡Vamos habla ya! - los seleccionados son: Marco Fatuos, Albert Raminof, Jack Day, Julian White, Corus Neli, Kan Collins y Benjamin Themiforzs. -. Vuelvo a respirar, con fuerza y rápidamente ¡Quedamos! Kan, Marco y yo nos abrazamos sin mostrar mucha alegría recordando que es solo la primera parte y que falta la ultima selección, la definitoria, que se realizará luego de los próximos cinco desafíos. No sé que pensar, miro a mi madre y sonríe aunque no parece una alegría verdadera. Noto que me olvido algo... ¿Sebastián? No ha quedado, veo como se abraza con sus familiares sin siquiera mirarnos. Cuento rápidamente: somos solo desdieseis personas: seis mujeres y diez hombres. Un Hércules de tes oscura, muy alto, con un bastón dorado en su espalda, habla y todos lo miramos: - Ahora, los seleccionados pueden escoger si seguir o dejarlo para el próximo año, entendiendo que pueden no volver a quedar pero teniendo la ventaja de entrenarse. - Bien, no pienso hacerlo, es idiota ya que para el año que viene todos los demás también se entrenaran, no tiene muchos pros más que ganar tiempo o... perderlo.
Nadie contesta, supongo que todos piensan como yo. Me detengo en Nube, a diferencia de Alma que tiene experiencia en combate cuerpo a cuerpo-enseñado por su padre, ducho en ésta habilidad- y tenía posibilidades en quedar, ella no posee algo así, es más, no se familiariza con nada que tenga que ver con la violencia: ¿Cual habrá sido su prueba? ¿Tendrá alguna habilidad que no conozcamos, como yo? Lo sabré cuando vaya a la prueba del Este, las organizadas por los Hércules de su grupo. - Bien, es hora de la segunda prueba. Ya la próxima vez que nos veremos será para la selección final, ahora los Hércules de sus grupos los guiaran a su próximo desafío. ¡Muchas gracias a todos! -. Astral y Sigmun se nos acercan. Trato de no hacer contacto visual con ellos y empezamos a caminar hacia el  Oeste. Me doy vuelta y saludo a mi madre antes de meterme en el bosque, no tengo idea que me espera, pero hay algo que si tengo claro: Quiero ser un Hércules como mi padre.

BENJAMIN THEMIFORZS; Capítulo cinco, La luz en la oscuridad

Tengo miedo, como nunca en mi vida. Siento como si mi cuerpo fuera de roca y no puedo mover mis piernas, estoy tieso como una estatua empuñando un arma que apenas sé usar. Miro a los demás y su expresión se fosiliza en mi mente y tampoco dicen nada ni se mueven. Gruñidos, extraños gruñidos se escuchan desde nuestras espaldas y viene desde adentro de la niebla, momentos después de la misma aparecen los monstruos temblorosos y ahora puedo verlos mejor: tienes piernas humanas pero sin piel, puedo observar sus músculos latir como un corazón al descubierto; su torso y brazos -también en carne viva- toman un aspecto deforme y desproporcionado, tiemblan al caminar, con un rostro desfigurado con solo una gran boca con largos dientes caninos. - ¡Vamonos! -. Digo, pero Marco ya lo había hecho, los demás lo seguimos a unos metros. Bajamos la pequeña colina y con cada pisada que damos se levanta una pequeña nube de ceniza que intentamos no respirar demasiado. De vez en cuando cae alguna que otra bola de fuego desde el cielo, curiosamente y gracias a los dioses, muy alejado de nosotros -está claro que si una de esas nos impacta... estaremos muertos-. Ahora el camino está lleno de pequeñas piedras, de vez en cuando saltamos algunos de éstos ''Mongs'' que están tirados en el suelo sacudiéndose y gritando, no parecen notarnos. Estoy mareado por la hiperventilación inconsciente que estoy realizando aunque continúo, a veces tambaleante. Ahora a nuestro al rededor hay vegetación con arboles muy altos y secos, perturbadores y negros. Veo como Sebastián corre de prisa con sus brazos abiertos como alas y sus cortas espadas en cada mano las cuales sobresalen en el paisaje... es cierto... los cuatro junto a nuestras armas sobresalimos en el paisaje... me paro en seco y los demás me gritan bajando la velocidad. - ¿Que diablos haces Ben? ¡Vamos ahora mismo! - A mi derecha veo a una niña de cabello negro y tes oscura, saltando con una cuerda y sonriendo, feliz. - ¿Que hace una niña aquí? -. Empuño mi espada índigo apuntando a la niña pero sin intención de dañarla, solo por precaución y me acerco para hablarle. - ¡Ben, vienen Mongs detrás de ti, por favor, debemos irnos! - grita Marco. Me doy vuelta y están a menos de cincuenta metros. Cuando estoy a punto de volver a mi equipo -decidiendo que es solo una ilusión para confundirnos o realentarnos- escucho otro grito, es la niña la cual está siendo acechada por una de las deformidades. ''No puedo dejarla ahí''. - ¡Benjamin, nos iremos sin ti! -. grita Sebastián. - ¡Hazlo, Sebastián! Tengo que ayudarla, los alcanzaré en cuanto pueda -. Corro como intentando levantar vuelo y, sin pensarlo dos veces, envisto al ente enterrando mi espada en su cuello: desaparece en una nube de cenizas. - Muchas gracias -. me dice la pequeña apretando fuertemente una muñeca de pelos alborotados y desaparece en un haz de luz. ¿No era real? No lo era, aunque me siento bien por haberla ayudado, no hubiera soportado verla siendo atacada por esos caminantes. Cuando vuelvo ya casi están los Mongs por atraparme, los demás empiezan a correr. Mientras corro vuelve una frase de hace unos momentos a mi mente ''¡Benjamin, nos iremos sin ti!'' ¿Lo decía en serio? ¿Era capaz de dejarme solo? ¿Que clase de amigo deja solo a otros en apuros? Espero que haya sido una táctica para convencerme, de cualquier forma esa frase no fue afortunada y estoy conociendo cosas de mi amigo que antes no había descubierto, me asusta pensar que éstas pruebas puedan cambiar más cosas de las que pienso. La lanza de Kan brilla como la sangre, es tan larga como él por lo que está colgada en su espalda de forma inclinada para no rozar el piso. Estamos al comienzo del puente, por lo que se ve es seguro aunque por debajo pasa un rio de lava lo suficientemente alejado como para no quemar la estructura... ni a nosotros. Hay cuatro Mongs justo en el centro y siento que mi estomago se estrangula al ver que están atacando a otro de los suyos. - No puedo hacerlo... -. Dice Kan en voz baja pero puedo leer sus labios. Sebastián se hecha varios pasos atrás, lo ignoro por completo para acercarme a los dos restantes y -mientras veo como se empiezan a acercar los entes- pensar una estrategia rápida. - Nuestra arma más larga es la de Kan, las más rápidas son las de Sebastián y la más letal es la tuya, la mía no parece tener ventajas adicionales -. Le digo a Marco y asiente con la cabeza para seguir. - Los monstruitos se mueven lentos, eso es visible, creo que Kan debería sernos de apoyo ya que puede atacar desde una distancia lejana, incluso puedes lanzarla, pero solo si estás seguro - dirigiéndose a él - y no estamos lo suficientemente cerca como para lastimarnos. -. Marco, al igual que yo, tenemos esencia de líderes. Continúo hablando como un rayo. - Entonces nosotros dos atacaremos en el frente, y si Sebastían no nos deja solos y pasa por nosotros mientras luchamos puede que ayude dando cortes rápidos. -. El comentario dejó perplejo a mis dos amigos, pero me sentí bien al decirlo, veo en Marco una mirada de aprobación. Una luz brillante a en el cielo me asusta, la bola de fuego destroza un árbol cercano, luego cae otra, y otra. Es ahora o nunca: - ¡Vamos, deprisa, parece que el tiempo se nos acaba! -. gruño y corremos hacia a los enemigos. El primero de los monstruos abre la boca y grita con voz entrecortada y fuerte, de forma calada, petrificante. Mi espada le corta el cuelo y un liquido negro como la noche sale de la herida, segundos después desaparece entre brazas. Sebastián salta como un ciervo entre nosotros y empieza a acuchillar a uno sin percatarse de que ya se abalanzaba directo a él otro Mongs a la izquierda, quien abre su boca como un hipopótamo y se dirige directo a su cuello. Le vuelo la cabeza con un corte limpio y lo pongo a salvo, siquiera se ha percatado de que lo he salvado, ocupado en su carnicería. Kan entierra el filo de su arma en el pecho del restante, y nuestro camino está libre. Me pregunto por Marco, no está a nuestro lado así que me doy vuelta y lo veo, está luchando contra tres que parece venieron desde atrás, los acaba fácilmente, y me doy cuenta que lo admiro por su veracidad. - ¡Buenos cortes, compañero, hora de irnos! -. Los tres corren adelante mío y las bolas de fuego siguen golpeando todo lugar adyacente. Cuando estamos a unos metros del final una de éstas golpea la zona donde luchamos y el puente se quiebra por la explosión. Grito y me tomo de una de las cuerdas sueltas, los demás lo hacen de los tablones y empiezan a subir. Yo estoy lejos de éstos, siento el calor en mis piernas. ''No mires abajo, no mires abajo'' digo varias veces al aire y los demás me gritan desde arriba. Veo como Marco intenta bajar así que le grito que se quede donde está, que podía hacerlo. ¿Puedo hacerlo? ¿como puedo hacerlo? Guardo la espada en mi funda y empiezo a subir lentamente. Está claro que cuanto más tardamos peor se pone todo así que lo hago con todas mis fuerzas. - ¡Tu puedes! - Suelta Kan. Todavía no escuché decir nada a Sebastián, más que algún que otro grito sobre el hecho de apurarme. ''Piensa''. Si quiero apurarme solo me queda algo por hacer, intentar realizar algún hechizo. Repaso en mi cerebro: ''Veamos, libro de hechizos del abuelo, la magia blanca no me ayudaría... la negra menos... quizá pueda usar alguno elemental, ¿tierra, fuego, aire, agua? Agua claramente no, fuego menos. Con un hechizo de tierra podría mover un pedazo de roca hacia mis pies y hacerla levitar, pero seguramente caería ya que solo lo hice de pequeño y en una de las pocas veces que mi abuelo venía al bosque y me enseñaba, luego de eso nunca logré mover pedazos de tierra o rocas grandes por mucho tiempo... así que solo me queda una opción, ya que no soy un hechicero ducho como para poder volar un par de metros, tengo que...'' - Tengo que hacer un hechizo elemental de aire -. Digo en voz alta. Lo he hecho varias veces, el aire no requiere mucha energía ni es muy difícil de controlar. Me ato la mano izquierda a la cuerda y focalizo quanar en mi mano derecha. Siento mi palma caliente, casi hirviendo. Al rededor de mi cuerpo nace viento caótico, parecido al de una tormenta de verano, sin saber bien a donde ir. Mi mano brilla con luz dorada y cierro los ojos esperando que funcione: ''Ayúdame, padre'' digo en mi mente y disparo la energía hacia el cielo, soltándome la mano atada y volando varios metros sobre mis compañeros para caer en una ráfaga tempestuosa sin haberme hecho daño. Las caras de mi equipo son de hielo, jamás me habían visto hacer magia, ni Marco ni mucho menos Sebastián. No está permitida en el Bosque Índigo, aunque nunca supe bien el porque, de cualquier forma era un secreto que le guardaba hasta a mi madre y que compartía con mi abuelo, estudiando de sus libros -ahora escondidos en mi cuarto- y practicando en solitario a escondidas de cualquiera en las profundidades del bosque, incluso de mi abuela aunque sospecho que le encantaría la noticia. - Luego les explico, ahora, ¡andando! -. Vemos la cueva donde está el portal, estamos a unos metros pero en su entrada hay más de diez monstruos gritando, gimiendo y vomitando.y por la derecha y la izquierda vienen más lentamente. Mi mano sigue brillando... lo mejor será evitarlos y salir de aquí lo más rápido posible. - ¡Tengo una idea, confíen en mi, solo corran, no paren! -. Sé que saben de que hablo. Extiendo mi mano por arriba de los mongs y nos envuelven vientos huracanados, lo que nos empuja por arriba de todos y caemos en la entrada, sanos y salvos. Nos paramos ansiosos y al buscar el portal no vemos más que oscuridad. - ¿Que hacemos ahora? -. Dice Marco engolando la voz, mientras veo como se van acercando nuestros amigos de carne. - ¿Que es esa luz? -. Murmura Kan y todos giramos: La pequeña niña que salvé del Mong aparece en la oscuridad iluminada de una luz blanca que ilumina toda la cueva y parece lastimar a los monstruos que estaban a punto de entrar, quemando su carne y por fin, alejándose. - Ahí está el portal, Ben. Muchas gracias por salvarme. Pero recuerda, no te he ayudado yo, te ha ayudado tu bondad -. Me dice dulcemente y el portal aparece, ésta vez es blanco y su luz me revitaliza. - Muchas gracias pequeña... - le suelto y caminamos hasta la salida. Antes de atravesar la luz la saludo agitando mi mano: dos segundos más tarde estoy con los demás en el bosque, parado con una lagrima en el ojo, lugar de nuestra partida.

BENJAMIN THEMIFORZS; Capítulo cuatro, La primer prueba

Miro hacia atrás antes de meternos en las profundidades del bosque para observar la situación: Fuego camina al norte, Tierra va al oeste, Aire al este, por lo que nuestro grupo, Agua, va por el sur. Hago un recuento rápido de mi grupo y me sorprendo al ver que somos unos quince jóvenes, al separarnos parecemos muchos menos, incluso parece que siquiera la cantidad que pensaba el día de la presentación. Albert se pega topetazos con Edison, parecen muy contentos con todo ésto. Cuando diviso a mis amigos me acerco a ellos sin decir nada ya que los veo callados. - Uff, ya sal de tu cabeza y quédate cerca, Sebastián apenas dijo algo en todo el día. - Murmura Marco y me sorprende, debido a las charlas, que Astral y Sigmun no nos regañen: lo curioso es que apenas se fijan en nosotros, eso me parece muy extraño. Veo a Sebastián a los ojos, tiene ojeras profundas, jamás lo había visto de esa forma; no es de esos jóvenes cobardes, para nada, es muy inteligente, profundo y casi siempre divertido, pero hay algo de todo ésto que lo mantiene no solo nervioso si no aterrado. - ¿Que te sucede, Se? -. Le digo, curioso. - Nada, en serio. Lamento estar así tan... - ¿tan idiota? Vamos colega, no vamos a la guerra, solo van a ser pruebas, nadie saldrá lastimado. - Lo corta y prosigue Marco. Eso ultimo fue sensato, nada puede pasarnos así que no hay porque preocuparse.
 - Llegamos. -. Grita Astral a varios metros de distancia. - ¿Llegamos?- digo, porque no hay nada, solo sigue el bosque, estamos en el medio de él ¿a donde llegamos? -. ¿Alguno de ustedes a viajado en portales ya? -. Todos estamos callados, todo murmullo se desvaneció. Sabemos de la existencia de portales pero jamás hubiéramos imaginado pasar por uno: tengo entendido que los portales requieren de conjuros sumamente poderosos para ser creados, por lo que solo los hechiceros más duchos pueden lograrlos. Astral se acerca, y yo todavía sigo sin ver un portal. - Cada dúo de Hércules tuvimos la responsabilidad de crear y armar el escenario de las pruebas dependiendo nuestra primera ubicación. Sigmun y yo decidimos usar mi magia para ésto, y he aquí el portal. Una vez que completemos ésta fase pasaremos al Oeste, luego al Norte, y por ultimo al Este, lo que significa que nos moveremos en sentido de las agujas del reloj, al igual que los demás. No hay más que decir, es hora de actuar. - Mis músculos se tensan, y mi corazón parece salirme del pecho -. - Recordar, no perdonaré al cobarde. - Concluye Sigmun. Parece ser de pocas palabras, pero las que dice dan miedo y son concretas. Astral se mueve para darnos lugar y que pasemos. ''Solo caminen'', es la única petición. - ¿Quién pasará primero? -. Dice Astral calmadamente. - Yo. -. grita Marco. Era más que obvio. Se abre entre nosotros y corre derecho como una furía, claramente se lo está tomando muy en serio. Un segundo después desaparece. - Ahora todos, vamos, vamos, vamos mujercitas. - Escupe Sigmun. Estoy corriendo y mi corazón parece galopar, hace frío y mi chaleco no basta para solventarlo. En un abrir y cerrar de ojos estamos cayendo desde la sima de una montaña. No puedo gritar, siquiera, el viento entra por mi boca y me ahoga. sentimos el peso de la gravedad y como el piso se acerca. No puede ser ésto posible, ¿vamos a morir? ¿Astral calculo mal algo del portal o algo así? Cierro los ojos entre gritos.  El silencio. Aterrizamos en pastos cómodos, tan largos y suaves que amortiguaron la caída por completo. Veo como a varios metros un joven está vomitando, otro respira agitado, uno llora, y los demás estamos en shock. Sebastián sonríe, y estoy empezando a dudar de su salud mental. Marco, está parado a lo lejos en una colina pequeña, vitorea nuestra llegada. Está claro, No atravesamos un portal, si no, dos: uno al pasar y otro mientras caíamos. ¿Que se supone que probamos con ésto?. Los Hércules aparecen detrás de Marco, puedo observar como Sigmun aprieta su hombro y le dice algo que no logro oír, seguramente felicitaciones por su valentía. - ¡Por aquí! - dice Astral, y nos movemos torpemente pisando la vegetación. Cuando estamos en suelo firme solo viene una frase a mi mente ''Son solo pruebas''. - Bien, hora de pasar por el último portal y ahora sí, estar en el lugar donde se llevará a cabo las pruebas. -. Ahora que lo veo y pienso bien Astral es algo muy parecido a lo que quiero ser cuando crezca... cuando despierto de mi ensoñación todos empiezan a correr por donde dirige el dedo el Hércules hechicero. - ¿Ahora qué? ¿donde vamos a aparecer? ¿En un volcán en erupción? ¿debajo del agua? ¿bajo tierra? - Me grita Sebastián, con una sonrisa en su rostro. Parece que todo ésto le está cayendo bien, su bipolaridad es algo que estoy conociendo hoy. Miro a Astral sin dejar de correr y me está mirando, mi respiración se corta un momento ante su grandeza y desaparezco. Los gritos que escucho apenas lo atravieso me bloquean el pensamiento: ''¡No sigan!'', ''¡Cuidado!'', ''¡Van a caer!'', estamos en el acantilado de los caídos, al sur del bosque. - ¡Han caídos dos! ¡Hércules! ¡¿Dónde están?! -. ¿Marco? ¿donde está Marco? - ¡Marco! ¿donde estás? -. grito controlando mi volumen, y veo que no está. Edison está en el borde, lagrimea mirando hacia abajo, está claro, han caído al vacío Marco y Albert.
 Astral aparece detrás nuestro y Sigmun, quien está a su diestra, se ríe con potencia. Todos piden auxilio. Miro al hechicero y cuando estoy a punto de gritarles algo y abalanzarme hacia ellos Sigmun suelta un: - Pero si sus valientes y estúpidos amigos están ahí. - Señala a la nada y caen -luego de aparece a un metro- mi amigo y mi compañero. El Hércules barbudo nos pone en fila, recién me empiezo a tranquilizar por Marco. - ¿Para que quieren tanta valentía si van a ser tan estúpidos? ¡Tengan más cuidado! - nos dice. Astral, con sus manos atrás, continúa: - He puesto otro portal por si alguien caía. Espero les sirva de aprendizaje. -. Marco está llorando y Albert contiene un sollozo, me gustaría contenerlo pero entiendo que no es el momento, y aunque de forma extrema, es una enseñanza para su impulsividad.
 Es hora de la primer prueba -es increíble que no lo haya sido lo vivido recientemente-. Astral hace que nos detengamos en el campo abierto luego de varios metros alejándonos de una inminente caída, para que apunte con su mano abierta y de la nada aparezca todo un campamento. - Hechizo de invisibilidad -. Digo y Sebastián asiente. - Todos, tomen una espada, ahora -. Corremos con energía reducida a la del principio y nos metemos en la gran tienda montada en el medio del lugar. Hay varias, de muchas formas y colores. ¿Cual eligire? Hay una que me llama mucho la atención, su color es índigo y es bastante larga. Cuando la sostengo me doy cuenta que no es para nada pesada. ''Perfecta''. Sebastián parece indeciso y cuando va a tomar una se la sacan de las manos, así que se termina decidiendo por una doble, pero claro, más cortas. Marco está callado, parece que todo ésto ha dañado su ego, se limita a agarrar una que termina en un filoso rulo de acero. Cuando salimos de la tienda nos reunimos con él, y lo tranquilizamos; claramente se ha puesto una coraza encima ocultando su disgusto de haber fallado. Astral habla, y todos callamos. - Hay tres portales, en cada uno de ellos hay desafíos diferentes. Elijan con inteligencia. -. Bien, ésta vez los portales pueden verse, parecen espejos pero con transparencia y los tres tiene colores diferentes. El primero es azul, el segundo rojo, y el tercero negro. - Iré al negro. -. dice Marco. - Iremos contigo -. decimos con Sebastián a regañadientes ya que ninguno de los dos hubiéramos preferido ese color pero no podemos dejarlo solo. Además que sea negro no significa que sea peor, quizá incluso esté hecho justamente para que dudemos y no entremos imaginando algo aterrador y resulte ser todo lo contrario. Cuando hacemos los grupos por portal vemos que somos nosotros tres y el chico rubio de los rizos que conocí ayer. - Si me meto en alguno de éstos prefiero estar con alguien conocido, aunque hayamos cruzado tan solo unas palabras. -. Me dice y veo el brillo de su lanza roja en sus espaldas. Me queda claro algo, no lo conocía porque no es del bosque, no conoce a nadie. - Bien, eres bienvenido. ¿Como te llamas? -. digo rápidamente antes de que nos den el permiso para entrar. - Soy Kan, mucho gusto. -. Dirijo mi mirada a los portales: en el primero hay siete y en el segundo cuatro. Sigmun nos mira sonrientes y temo por lo que haya detrás de éste manto oscuro transparente. - ¡Comienza la primer prueba, adelante! -. Estamos corriendo empuñando nuestras armas, atravesamos el portal y una vez dentro toso y no puedo ver nada. Mi piel siente mucho calor y cuando salimos de la humareda veo un paisaje escalofriante: bultos con apariencia humana retorciendose por todas partes mientras gritan de dolor. Nos llega una voz desde algún lugar cercano, es Astral, y su mensaje es claro: ''Si quieren pasar ésta prueba solo deben cruzar el camino, el punte, y luego dentro de la cueva  encontrarán en portal que los llevará de nuevo al bosque, tengan cuidado a los Mongs les gusta alimentarse del miedo''. ¿Mongs? Estamos petrificados, el cielo rojo, el río de lava, el volcán a lo lejos, gritos, dolor... éste lugar solo puede representar una cosa: el mismísimo averno.

BENJAMIN THEMIFORZS: Capítulo tres; Agua, Tierra, Fuego, Aire.

Tengo una espada de color azul en la mano derecha y corro hacia una persona que no reconozco, tiene ojos verdes llamativos y su rostro denota miedo, me odio a mi mismo para, acto seguido, detener mi carrera: ''Lo... lo lamento yo... yo no quería...'' digo y lanzo mi arma lejos; el joven de los ojos verdes muestra su arco y flecha escondido detrás suyo y me dispara en el pecho, despierto en mi cama agitado. Falta poco para la hora de despertar así que me preparo. La camisa de mi padre vuelve a estar seca luego de haberla lavado antes de dormir, me vuelvo a vestir con ella, un pantalón negro y zapatos artesanales hechos por mi madre en su trabajo. Escucho ruidos en la planta de abajo, debe ser mi madre preparando el desayuno. Bajo las escaleras trotando deprisa, extiendo mis manos y la abrazo con vigor. - Siéntate, te serviré café y ahí tienes pan caliente recién hecho. Hoy me levanté más temprano, debes alimentarte bien hijo -. me dice ocultando una gran intranquilidad. Le agradezco y me zampo el café y un trozo de pan. No es tarde pero quiero estar ahí un poco antes así que decido salir, tomo mi abrigo y la abrazo una vez más. - Tengo algo para ti. -. Va hasta su habitación, la sigo y veo como de debajo de su almohada saca una trenza de hilo negro y rojo tejida y larga. - Es para ti. - Continúa. - Era de tu padre antes de transformarse en un Hércules, llévala con honor, y como recordatorio. -. Quiero preguntar que se supone que tengo que recordar, pueden ser muchas cosas, pero no lo hago y solo memorizo cada instante en mi mente. Aunque siempre haya sido amorosa y atenta jamás me había tratado como un hombre. Me toma el brazo para atarme la trenza pero la aparto con delicadeza, la tomo, y me la ato en mi frente. Sonríe y dejo escapar una oración simple pero concisa: ''Estaré bien, pasé lo que pase, lo prometo''. Corro hasta mi habitación y me lanzo a toda velocidad hacia la soga, cayendo como un peso muerto mientras me deslizo por ella. Está claro que llevar mi bicicleta no es buena idea así que decido ir a pie. No hace tanto frío como ayer, pero está fresco, aunque el sol que aparece de vez en cuando entre las nubes hace que no se sienta tanto. Estoy a punto de llegar y me tiemblan las manos, podría ser por miedo pero no estoy experimentando esa emoción, no podría de definir que lo produce con claridad. Suena el clorión, un instrumento de viento hecho de madera creado en el Bosque, tiene un sonido agudo muy fuerte, como el grito de una mujer -jamás me ha gustado-. ''Es el llamado'', exclamo en voz alta y veo como varios chicos atrás mio corren hasta el circulo con el dibujo del árbol de la vida en el centro de la ciudad. Los sigo, dos de ellos son de mi clase, Albert y Edison, apenas me hablo con ellos y con su grupo de bárbaros. Cuando llego al círculo están todos separados ya en grupos pero no veo a los jinetes. Me posiciono en el mío, está claro que faltan algunos. Mis dos compañeros de clase están detrás mio y se ríen burlándose de alguien, me alegraría mucho que alguna prueba sea lanzamiento de dagas y que ellos estén como blancos. Aparto mis pensamientos homicidas y extiendo mis brazos agitándolos en el aire cuando veo a Marco y a Sebastián junto a Nube y Alma del otro lado. Corren hacia mi y -luego de cálidos saludos- nos deseamos suerte. - ¿dónde haz estado ayer Alma? -. suelto sin más. - Necesitaba tiempo a solas, ya sabes, cosas de chicas -. Contesta esbozando una sonrisa tenue. Marco me abraza de atrás y exclama, directo: Hora de irse a su grupo muchachas, ¡empieza la acción! -. -Espero que no... -. Comenta Nube entre dientes y se alejan. Mis dos amigos y yo estamos en nuestros lugares. Faltan unos minutos para la llegada de los jinetes así que tomamos nota de nuestro al rededor. Como ayer hay 6 grupos, tres de hombre y tres de mujeres, separados por la edad de 16, 17 y 18 años respectivamente. Está repleto de personas por fuera de la circunferencia, es curioso como en años anteriores lo que resultaba una fiesta ahora parece ser una preocupación. Mis pensamientos se nublan al volver a sonar el clorión y me pongo firme junto a los demás. Se escuchan trotes desde lejos, aparecen los jinetes encabezado por Hector, o como me gusta llamarlo, el gato. Sus rostros parecen duros a diferencia de ayer, eso hace que se me pongan los pelos de punta. Cuando creía que estaba a punto de hablar el jefe de los jinetes se escucha una voz mucha más grave que la de éste. - Bienvenidos al primer día de elección. Mi nombre es Sigmun Alarden. No necesitan saber nada más de mi más que no perdonaré la cobardía, la indulgencia, la estupidez y soberbia. Ahora, como primera regla, los grupos por edades se mezclarán entre sí. ¡Vamos, vamos, vamos! Ahora, formen dos grupos de cada genero -. Éste hombre me da miedo, aunque no sé si es por su voz potente y grave, por su ancha espalda o por su horrible barba recortada. Me muevo de aquí para allá sin saber a donde ir, así que luego de unos momentos parado me dirijo hacia el de la derecha. Veo hacia atrás, Marco sigue en mi grupo al igual que Sebastián, con la diferencia que el primero sonríe y el otro mira disimuladamente el suelo. - Bien... ahora es mi turno -. Prosigue un Hércules más joven que los otros dos -el que parece desarmado-, de cabello castaño oscuro -alborotado-, ojos miel y una voz peculiar que no encaja con el resto de sus compañeros, es suave y melodiosa, incluso transmite tranquilidad al hablar.- Mi nombre es Astral, y soy un Hércules hechicero. -. ¿hechicero? el único Hércules hechicero que conocí fue mi abuelo, y apenas lo veo. Una sensación extraña sube desde mis pies hasta mi pecho, y me hace sonreír. Lo escucho atentamente. - Las cuatro primeras etapas de las elecciones constan de habilidad, y las ultimas dos no tengo permitido especificarselas, pero tranquilos, no hay de que preocuparse. -. Cuatro grupos, dos femeninos, dos masculinos, todos mezclados por edad. Interesante, aunque la verdad no se nota demasiado la diferencia. - El grupo izquierdo de mujeres, se llamará Aire, el de la derecha... Fuego. Grupo de hombres, el de mi derecha será Tierra, el de mi izquierda, Agua. -. Bueno, no creo que cambien mucho las cosas los nombres de cada grupo, solo es para diferenciarnos, aunque la idea me gusta. Grupo Agua... no está mal. Escucho gruñir detrás mio a Marco, quien quería ser fuego, me río por lo bajo. Astral continua, y ésta vez concluye. - Queremos unas elecciones limpias, con honor y valentía. Den lo mejor de ustedes, y se los recompensaremos. Cada grupo será dirigido por dos de nosotros. Los dos que quedan restantes se ocuparan de las ultimas dos pruebas. Muchas gracias. -. Astral se acerca, ¡es nuestro! aunque no puedo disfrutar demasiado, viene con él Sigmun... menuda suerte. Suena por ultima vez el clorión, por fin hora de comenzar. La gente vitorea y los grupos con nuestros respectivos Hércules somos dirigidos cada uno a nuestra primer prueba. No sé que nos espera, pero hay algo que no puedo negar, es la primera vez que me siento completamente vivo.

BENJAMIN THEMIFORZS: Capítulo dos, Los Hércules

- Jóvenes del Bosque Índigo del Sur. Denle la bienvenida a ¡Los Hércules! -. La gente de los comercios y muchos curiosos y familiares vitorean, otros solo miran expectantes. El circulo se abre y entran diez jinetes encabezado por un hombre de cabello negro y ojos amarillos como los de un gato. Gato, me referiré a el como, el gato. Sus vestimentas son negras y rojas, como la sangre, y al contrario como los imaginaba, no son muy grandes aunque si atléticos y altos. Algunos tienen espadas, otros largos bastones en sus espaldas, dos tienen arcos y flechas y solo uno baja del caballo desarmado. Miro las copas de los árboles al rededor: todos los vecinos de la zona mirando por sus ventanas, incluso muchos están sentados en las ramas.
El hombre gato habla, todos estamos en silencio. - Es un placer conocerlos, a todos ustedes, hemos venido para la selección anual de miembros, con el requisito de que éste año todos los jóvenes (obligatoriamente) por decreto de la unida en equilibrio e igualdad participen de la selección. -. Luego nos separan según el genero y según la edad. Somos jóvenes de 16 a 18 años, por lo tanto hay tres grupos de mujeres y tres de hombres, yo estoy en el del medio de éstos últimos. - Este año las pruebas van a ser un tanto diferentes. Cambios grandes requieren cambios pequeños, y decidimos esto guiándonos por los enfrentamientos actuales de la región y los exteriores. Las pruebas serán más duras que en años anteriores, así que  mantengan la calma. Constará de seis etapas las cuales serán realizadas con sus respectivos grupos, y cada una de ellas estará ubicada en una zona diferente del bosque y sus alrededores. -. Estoy nervioso, no puedo negarlo, pero por mi cuerpo se siente una oleada de energía que me hace templar. Se siente... bien pero me asusta. Salgo de mis pensamientos y miro al rededor, más allá de mi grupo y los demás, la gente parece preocupada, demasiado. El cambio de reglas no habrá caído para nada bien, incluso dejaron de vitorear y celebrar, de vez en cuando se escuchan algunos sonidos de pesar, negación y sorpresa. A los Hércules no parece importarles en lo más mínimo, acto seguido el hombre gato continúa con su discurso. - Mi nombre es Hector Benig, y soy el general encargado de ésta misión de reclutamiento. En primera instancia les rogamos que vuelvan a sus hogares, mañana empezaremos con las pruebas y necesitamos que tengan un día de reflexión y preparación. Mañana los volveremos a ver al amanecer. Muchas gracias. -. Los aplausos son débiles, y todos los jóvenes nos dispersamos por todas partes. Mi madre llega corriendo junto a mi hermana, al no haber estado se preocupa por el ambiente y la energía de alrededor e intento tranquilizarla. Veo pasar a los Hércules y nos abrimos dejando un camino estrecho, pero lo suficiente para que pasen. Se dirigen al gran árbol a unos metros del centro del bosque, donde hay cabañas lujosas para visitas importantes del exterior. Respiro hondo y le cuento todo a mi madre.

 Unas horas más tarde me reúno con algunos amigos del centro de formación al ciudadano -como se llama desde hace dos años por la unidad en equilibro e igualdad, preferimos seguir llamándola escuela-. Somos cuatro, es extraño que Alma no haya llegado aún. Estamos sentados en una rama larga y fuerte a pocos metros del piso,alejados de los comercios y las casas, un poco más en las entrañas de índigo. Nos gusta éste sitio y nos juntamos aquí desde niños. Siempre que salimos de la escuela venimos aquí. Éste es nuestro ultimo año por lo que las charlas hoy en día siempre reflotan recuerdos y risas, y al mismo tiempo nostalgias.
Marco está colgado con las piernas enganchadas en una rama adyacente, Nube sostiene una vara y la golpea contra el viento haciendo sonidos cortantes y Sebastián se limita a mirar el cielo, recostado, pensativo. Hoy el aire se puede cortar con una espada por lo que suelto lo más obvio para romper el silencio.
- ¿Nerviosos? -. digo, con una sonrisa que a Nube parece no agradarle por su expresión.
- Tu y Marco parecen los únicos contentos con todo ésto. Detesto que me obliguen a accionar en algo ¿Y si no quiero hacer esas estúpidas pruebas de actitud? ¿Que van a hacerme? ¿Latigarme? ¿Prenderme fuego? ¿Batirme a duelo con sus largas y ensangrentadas espadas? Oh... o quizá me lancen algún hechizo, sí, y me hagan levitar por los aires hasta caer por el acantilado de los caídos. - me gruñe Nube, y mi sonrisa desaparece. Marco da una vuelta rápida en la rama y se sienta con las piernas cruzadas, deja escapar una risa contagiosa aunque la repelo.
- Hey, tranquila Nube, estás reflejando tu ira hacia los Hércules en Ben. - Me defiende Sebastián saliendo de su trance. - Lo lamento Ben, es cierto, es solo que... estoy muy preocupada con todo ésto. - Responde ella arrepentida y me acerco para abrazarla y recostar mi cabeza en su falda.
- También tengo miedo, no puedo negarlo. Esto de las nuevas pruebas... no sé, algo no me cierra del todo. Además no son los mismos Hércules de los años anteriores. De cualquiera forma no puedo negar que la experiencia me llena de vigor. - digo explicativo.
- Me pasa lo mismo - dice Marco sonriendo. - Muero de ganas de salir de éste bosque lo antes posible, si no quedo entre los elegidos lo haré por mi cuenta el año próximo. -. Creo que es claro con su postura, si bien soy rebelde y un poco veraz está claro que Marco duplica esas características mías. Seguimos hablando de lo sucedido en el círculo, de nuestros miedos y expectativas. No tenemos clases hasta el final de las elecciones así que disfrutamos el tiempo libre, aunque cuanto más se acerca la noche más nos cargamos de ansiedad. Cuando empieza a esconderse el sol regresamos a nuestros hogares. Alma se habrá quedado con sus padres, es muy apegada a ellos, pero en especial a su hermano pequeño.
 Al llegar a casa mi madre me espera con la mesa servida, mi hermana corre y me abraza -y aunque pequeña- con mucha fuerza. Nos sentamos en la mesa y nos trae la comida caliente: estofado de carne con espárragos, papas y zanahoria. Cierro los ojos unos momentos para oler su fragancia y empezamos a comer. Sé que mi madre no está bien, la conozco demasiado. - No te preocupes madre, no pasará nada. Además si quedo podré venir a menudo, los seleccionados no irán a la guerra, solo entrenaran para ser parte de las fuerzas, seguridad o muchos otros puestos que quizá sean importantes para mi y mi futuro. - digo para tranquilizarla. - Lo sé hijo, es que no quiero que te vayas, no tan pronto. Todo el bosque está preocupado por sus hijos, no soy solo yo. Estos cambios repentinos que me cuentas, las pruebas, los jinetes, todo ésto me resultar extraño y más en los agitados tiempos que estamos viviendo. -. Tomo un sorbo de estofado, está delicioso aunque parece amargo escuchando las palabras de mi madre. Luego de la cena y de una larga charla, termina más tranquila pero su preocupación persiste. Me da un beso en la frente y se va a dormir junto a mi hermana, mañana trabaja temprano y la pequeña si tiene escuela. Aunque es más reservada la dulce Clara mira a mi madre y a mí con cara neutra pero con ojos de preocupación, desde la muerte de mi padre parece autoconvencerse de una fuerza que no tiene para sostener a mi madre, o tal vez hasta a mi, por lo que ante los miedos y preocupaciones adopta una rostro incorruptible sin dejar su ternura de lado, lo que resulta un trabajo innecesario y agotador para una niña de nueve años. Una vez en mi habitación me doy otro baño caliente y me hundo en el agua. Miro el techo de madera lisa y brillante, esperando que la noche pase rápido, que los resultados se den deprisa. Salgo, me cambio y me acuesto de nuevo con el cabello mojado. Mañana será un largo día.

BENJAMIN THEMIFORZS: Capítulo uno, El bosque índigo

Hay una luz muy fuerte impactando de lleno en mi rostro. No veo absolutamente nada pero me niego a cerrar los ojos. Se siente bien, cálida. Hay una mujer de cabello canoso, pero en su rostro se ve juventud y templanza. Me acerco a ella dando tumbos ya que mis piernas no responden correctamente por alguna extraña razón, y cuando ya estoy a metros... caigo. Desde el suelo la observo. Me extiende una mano y yo lo hago con la mía, pero se aleja a toda velocidad como si algo la absorbiera cambiando su expresión a una de desesperación, todo al rededor da vueltas y el piso se hace aire, empezando a caer en la nada; despierto en mi cama con el cuerpo entumecido por el frío de invierno. Ese sueño fue muy real pero no le doy demasiada importancia. Todavía es de noche, me levanto torpemente con los ojos entrecerrados para cerrar la ventana que parece haberse abierto por el viento, y me dejo caer en la cama, pensativo. Claramente no voy a poder volver a dormir, así que voy al baño y me higienizo. Me quedo mirándome en el espejo unos momentos, tengo mis pelos despeinados por la almohada, los ojos grises entrecerrados, y mi mechón blanco -desubicado de nacimiento- termina en un rulo peculiar. Me mojo el pelo y lo vuelvo a despeinar. - ¿como es su nombre? -empiezo a hablarle al espejo- - Benjamín, Benjamín Themiforzs, señor. - ¿Benjamín, ah? -. Me siento un poco estúpido hablando solo y simulando a uno de los guerreros Hércules preguntando mi nombre. Llegan al amanecer, y tengo que estar preparado aunque podría haber dormido un poco más. Mi madre y mi hermana todavía duermen, aunque no estoy del todo seguro, ayer estaban muy preocupadas por la visita de los ''chicos rudos'' como los llama mi abuela; justo ahí resuenan las palabras que me dijo hace una semana antes de irse como sanadora a un pueblo del sur, Barkeing, cerca del acantilado de los caídos. - Lindo nombre - digo al aire, y recito sus dichos en mi mente: ''Trata de no destacar, te necesitan en tu hogar, son tiempos difíciles para convertirte en uno de ellos, Ben''. Es muy sabia, así que voy a tenerlo en cuenta, por lo menos hoy. Toda su vida se dedico a la magia blanca, es una de las mejores sanadoras de la región sur, y a pesar de su edad aparenta mucho menos. En nuestro casa, construida en uno de los árboles más bonitos del bosque, ella vive en el primer piso, mientras que mi hermana y mi madre yacen en el segundo, y yo -aunque en un lugar más pequeño- en el tercero y ultimo, muy cerca de la copa. Me acerco a la ventana y me apoyo en la madera; el paisaje no podría ser más hermoso, arboles por todas partes, montañas a lo lejos, y las luces de las casas -como luciérnagas- por la oscuridad del bosque. Las copas se mueven por el viento, me quedo mirando un punto fijo, hipnotizado, y me voy a preparar. No estoy seguro de como vestirme, supongo que tengo que dar una buena primera impresión, quede o no, más allá de los dichos de mi abuela. ¿Cómodo, o elegante? Me golpeo débilmente la cabeza cuando me corrijo: ¿Quieres vestir elegante para guerreros que te ponen a prueba?, el sentido común no es algo en lo que destaco. Una camisa oscura, la única prenda que tengo en mi habitación que era de mi padre, es suelta y cómoda, perfecta. Me doy un baño de agua caliente, prendiendo llamas débiles con un hechizo tan sencillo que hasta un niño pequeño podría hacerlo. Trato de bloquear el recuerdo que viene a mi mente, a unas cuantas copas al sur, un niño curioso prendió fuego su casa con uno de éstos. ''La magia no es un arte para mentes débiles'' decía mi padre. Ya estoy casi listo, me calzo y me doy cuenta que es muy temprano aún. Me recuesto con los pelos húmedos en mi cama y creo una chispa de luz mágica con la mano derecha, no ilumina más que la luz que daría la llama de una vela aunque es brillante, y la hago bailar de ahí hacia allá por la oscuridad dibujando figuras hasta que me duermo.
- ¡Benjamin! Nos hemos quedado dormidos, hora de irte, o vas a llegar tarde. ¿Ya te haz cambiado? Oh... no he dicho nada. Te acompañaré hasta... - No, mamá, en serio, puedo hacerlo solo, no te tomes esa molestia. - De acuerdo Ben, solo ten cuidado ¿si? y recuerda las palabras de... - Tu abuela, si madre, las recuerdo... ¿y lo que yo quiero? (Debo admitir que suena insolente, pero jamás lo soy con mi madre, ella intenta soltar unas palabras de empatía). - Bien, amor, solo se tu mismo y que los dioses te guíen a buen puerto. Ahora ve, vamos.

Me mojo la cara y salto por la ventana bajando deprisa con la cuerda de siempre: ''¡Ben, vamos, puedes lastimarte, usa las escal...'', escaleras, usa las escaleras, suena loco pero hasta pude notar un poco de diversión en sus gritos. Cuando toco el suelo siento una energía a la que no estoy acostumbrado, y corro en dirección a la plaza central ubicada justo a mitad del bosque. Me subo a mi bicicleta escondida en un arbusto y pedaleo como un caballo salvaje. El viento golpea mi rostro y se siente tan frío como meterse en agua helada, de cualquier forma no me importa. El sol ya salió cuando llego y veo como están unos cien jóvenes de mi edad en fila, casi completando la circunferencia donde está el dibujo del Árbol de la vida pintado en piedras en el suelo. Dejo la bicicleta en otro arbusto y corro hasta un extremo, al lado de un chico de rizos dorados el cual parece muy nervioso. Sus nervios tendrían que contagiarme pero me dan una extraña seguridad. -¿Donde están los Hércules? - le pregunto aunque jamás lo había visto en mi vida, y eso que en el bosque solemos conocernos entre todos. - No lo sé, ya tendrían que estar aquí. Solo espero que sea rápido... e... indoloro. -. Nos reímos y sus nervios se apagan un poco. Cuando estoy a punto de preguntarle como hace para ir por la vida con esa horrible cabellera escucho una voz tan potente que me hiela la sangre, y me pongo rígido mirando al centro.