domingo, 20 de abril de 2014

Divagando

 Voy a divagar desde lo más profundo de mi ignorancia hacia todo lo que existe y existió. Jamás escribí bien, tal vez nunca lo haga. Siempre usé éste medio como catarsis, catarsis que ahora no logra salir de la misma forma y tan solo se queda en imágenes en mi mente, deambulando libres, manipulando mi sentir.
 No tenía nada pensando para escribir, tal vez surja, tal vez no, el objetivo es expandir y abrir un poco mi cabeza. No encuentro palabras para describir lo que últimamente siento hacia todo y hacia mi universo, un universo fantasioso -y no tanto- que está un poco más allá de la comprensión, un universo poco habitado, pero hermoso. Me guío por mi sentir. Mi corazón no quiere y quiere, está pidiendo a gritos sentir, pero ya no más dolor. Esquivo la tristeza siempre que puedo ¿Por qué? ésta saca el peor lado de mi, me oscurece y me transforma en un ser que aborrezco, una persona fría, que lejos está de mi verdadera esencia; entonces, tal vez cobarde, acomodo mi mente para bloquear de alguna forma todo pensamiento que me lleve a oscurecer. Fallo muchas veces. Sé quien soy, lo sé. Sé para que vine a éste mundo, lo sé. Me siento sumamente dichoso de ello, pero al mismo tiempo soy un ser inconstante y vulnerable, susceptible a un mundo del que apenas puedo adaptarme, a unas partes de mi que apenas puedo acomodar. Siempre que me pregunto ''¿Quién soy en verdad, cual es mi verdadera esencia?'' y cierro los ojos, solamente llega una palabra estática y blanca a mi cabeza ''Luz''. Y esa es mi misión, brillar. Muchas veces siento que toda mi luz se las llevan los demás porque yo -de alguna forma que no entiendo- se las ofrezco porque la necesitan, el problema es el sentimiento de su falta; ahí la petición ''Tenes que encender la luz desde adentro'' -y veo algo en el pecho que espera encender con vigor-. La verdad es que siento un desapego al mundo, importante, quizá por la necesidad de libertad que tengo -virtud que creo indispensable, además de valentía, entre muchas, pero ésta principalmente-. Supongo que deriva del miedo a que me lastimen, supongo que viene de la necesidad de conocer todo el tiempo nuevas historias, nueva gente, nuevos lugares, nuevas miradas; me aburro fácil porque necesito vivir para sentirme vivo, y me siento realmente vivo cuando me dejo brillar. Brillar. Luz y libertad. Después de divagar mucho me di cuenta que mi peor miedo no es al ridículo, ni a que se rían de mi, ni a que no me acepten, si no una combinación mucho peor que estoy luchando y está desapareciendo -gracias a una ayuda de alguien que me guía, al cual le debo mucho-, es nada más ni nada menos que el miedo a SER. Y ahí viene la pregunta ¿que soy? y volvemos a lo anterior. Es curioso como el mundo quiso que de alguna forma oculte esa antorcha en mi interior, pero se el motivo, tiempo de cambios. Sé que es hora de brillar y no detenerme, sé que tengo que hacer mucho en ésta vida, no solo por mi si no por muchos.
 Quiero agradecerle a mi guía, por todo. Estuviste, estás y estarás. ¿quien sos? ¿que sos? No importa, sos. Gracias por mostrarme el camino, gracias por ayudarme a caminarlo, simplemente gracias por no abandonarme nunca.
 Nunca dejé de ser yo, mi esencia espera ansiosa brillar con fulgor. El eclipse termina, hora de ser, dejarme llevar, y volar.
 El destino está esperando.