martes, 23 de septiembre de 2014

BENJAMIN THEMIFORZS; Capítulo nueve, La tercer prueba

Parece un clorión pero no es eso lo que nos despierta sino un sonido más grave y entrecortado. Me cuesta mucho abrir los ojos, estoy un poco molesto, parece como si no hubiera dormido nada en toda la noche. Cuando miro la ventana puedo observar que todavía no ha amanecido. Después del día de ayer necesitamos más tiempo para descansar, pero está claro que si queremos ser Hércules no podemos cansarnos tan fácilmente, así que en silencio nos preparamos para bajar. Todos estamos callados, y un poco de mal humor, así que de forma rápida vamos hasta el segundo y último piso para lavarnos los dientes y el rostro -gracias a que Jack nos advirtió que había instrumentos de higiene para cada uno-. Bajamos las escaleras y siento el frío tan gélido que parece cortar mi piel. Cuando estoy por la mitad del tronco escucho como a pocos metros del suelo Corus cae; en otro momento estuviéramos riendo pero nadie está de humor, excepto Albert que lanza una carcajada poderosa desde abajo. El camino hasta la orilla se torna pesado, imagino la energía y el tiempo que ahorraríamos si fuera tan bueno como para crear portales a voluntad, siendo realista estoy a varios años de poder realizarlos. Cuando llegamos Astral parece muy enérgico arriba de su corcel blanco, mientras que Sigmun lanza un bostezo que esconde mirando hacia atrás, el sonido lo hace demasiado obvio. - Espero hayan descansado. Nos espera la tercer prueba. - nos dice Astral y gira las riendas en dirección al Norte. El bosque de noche es bastante tenebroso, a veces se escuchan ruidos animales que no conozco y se mueven ramas, o crujen troncos caídos, así que me limito a acompañar la luz mágica de Astral con la mía para iluminar aún más el sendero. El sol empieza a aparecer justo cuando estamos llegando - Pedrena eh, solemos venir aquí a despedir a mi padre cuando se va a la ciudad blanca - comenta Corus, y me enseña la ruta aledaña que lleva al lugar -aunque está muy lejos de aquí-. Pedrena no es más que un paisaje al norte del bosque índigo, justo cuando termina, el cual se diferencia de los demás por ser una zona muy pequeña pero árida y repleta de grandes rocas de diferentes formas, con la curiosidad que desde los deshielos de las montañas del Oeste baja un caudal de agua poderoso, lo que después de mucho tiempo formo un gran rio que pasa justo por entre medio (por eso fue creado un puente para atravesarlo). Actualmente no hay mucha agua ya que estamos en invierno, pero cuando comience la primavera rápidamente eso cambiará. El sol está en lo alto y comemos algunas frutas que trajimos de la cabaña como desayuno. Los Hércules nos avisan que la prueba comenzará cuando el sol se pose sobre la montaña más alta, así que nos sentamos y buscamos algo que nos de una idea de que puede ser el desafío de hoy, no viendo nada más que rocas y más rocas. Luego de un rato estoy junto a Marco buscándoles formas y nos reímos al percatarnos que una se parece a Sigmun. Los Hércules se levantan y nos metemos en el suelo árido que caracteriza esta pequeña porción de tierra. Recuerdo haber leído sobre ésto en la escuela, no es natural su aridez si no que se debe a un pueblo antiguo que vivió en el lugar y ejercía una forma de agricultura letal para la tierra,  por otra parte aprovechaban las piedras para usarlas como hogar, colocando como techo pieles de animales u construcciones con madera extraída del bosque.

 - Es aquí. - empieza a hablar Sigmun. - Ésta prueba fue diseñada por los Hércules encargados del grupo de Fuego, James y Dorión. El primero se especializa en combate cuerpo contra cuerpo, y el segundo es un guerrero que estudia hace años la magia oscura, no siendo un Hechicero como Astral, pero si con la capacidad de hacer grandes hechizos. Cuando salgamos de ésta tierra comenzará la prueba. Es importante advertirles que si quieren pasarla tienen que ser valientes, repudiaré al cobarde ¿entendido? - todos asentimos y el parece satisfecho. Algo me llama la atención, no nos han dado armas ¿es que no nos vamos a enfrentar a nada? no logro comprenderlo, así que estiro mi rostro entumecido por el frío y pregunto cuando ya están a unos metros - ¿No hay armas? - al decirlo parece que hay un poco de miedo en mi voz, pero no es demasiado, de todas formas en las anteriores dos pruebas lo tuve; Astral me mira a los ojos con una mirada penetrante y bondadosa: - Si las necesitan aparecerán. - luego se da vuelta y siguen caminando en dirección a sus corceles. Momentos después desaparecen al pasar por entre medio de dos rocas. Mi respiración empieza a acelerarse y no entiendo el porque, algo anda mal, me duele la cabeza y me siento incomodo; como si de una cúpula se tratase veo como una especie de oscuridad empieza a envolver el terreno, de nuevo parece hacerse de noche, cambiando el sol por una luna brillante, y las nubes por estrellas que apenas brillan. Las rocas se ven espeluznantes cuando de pronto de ellas empieza a emerger una niebla horrible, espesa, de la que nos alejamos lentamente, agrupandonos como en la anterior prueba, mirando al exterior en circulo.
 - ¿Que es ésto? - pregunta Albert a lo que Marco responde - Niebla, idiota. - hubiera reído si no estuviera con el corazón tan acelerado, recordando lo mucho que mi abuela me ha dicho que me aleje de la magia oscura. Soy muy sensible ante las energías y ésta es de una vibración sumamente baja, me hace temblar las manos, aunque a los demás no parece afectarles en lo absoluto más que causarles temor. La niebla está por todas partes y no podemos ver bien a más de cinco o seis metros. - ¿Que dices? - dice Corus al aire pero nadie habló; lo miramos con atención pero él fija su mirada en la niebla, atareado. - ¿Mamá? ¿Mamá estás bien? Por favor contesta, ¡¿que te sucede?!- suelta Kan de pronto pero sigo sin entender nada. - ¿Quién ha sido? ¡Callate idiota! - gruñe Corus quien entra corriendo en la niebla. Kan hace lo mismo pero en otra dirección, no parecen escucharnos gritas que vuelvan. Algo en la niebla... algo está haciendo que se comporten así. Me recorre un frío agudo por la columna al escuchar gritar a Marco, furioso, a la nada misma. - ¡Ven aquí, imbécil, ven a pelear como hombre! - acto seguido se escabulle en el grisáceo humo. Jack, Julian, Albert y yo estamos petrificados, muertos de miedo. Escucho algo, gritos, no son de mis compañeros... es un hombre, me tapo los oídos pero aun así se oyen, como si estuvieran adentro mío, aunque los escucho desde afuera. Julian llora mirando un punto fijo - ¡Vuelve, por favor! - dice y corre hasta su visión. Intento ignorar lo que estoy escuchando, esta prueba pone a prueba nuestra fuerza mental y emocional, no tengo que dejarme vencer. Albert no habla, solo corre y desaparece. Jack y yo nos miramos, él también intenta tapar sus oídos, se sienta en el suelo y, sin poder aguantar más grita: - ¡Suéltenme! ¿Quienes son? ¡Salgan de aquí! - y veo algo tenebroso por demás, dos sombras de ojos rojos y forma humana totalmente negras lo arrastran hacia algún lugar. Estoy temblando, estoy solo, ahora solo puedo pensar en una cosa, los gritos que escucho. Mientras más le presto atención más fuertes se escuchan, y empiezo a ver algo en la niebla... no puede ser... - ¡Papá! - grito e inconscientemente voy corriendo tras él mientras veo como un hombre con una larga daga me amenaza con matarlo. Está ahí, lo puedo escuchar, lo puedo ver. Se ve joven, y en su rostro hay miedo, pero no cualquier miedo, ese que te vuelve un niño. ''No es real, no es real, no es real'' me digo en voz alta varias veces. - ¡Hijo, ayúdame! - Abro los ojos fuertemente - ¡No eres mi padre, jamás hubiera puesto en riesgo mi vida, preferiría morir antes que eso! - mis palabras se escuchan como eco en el vacío, puedo volver a oírlas una y otra vez por todas partes, me enloquecen. Los dos sonríen exageradamente dando paso a la risa, el hombre de la daga hace un corte asesino en el cuelo de mi padre y giro para no observar. No son más las voces que eran, vuelvo a mirar y parecen enojados, coloreando sus ojos de un rojo intenso y transformándose en dos sombras horrendas. Empiezan a perseguirme y corro lo más rápido que puedo, tropezando con rocas y cayendo. Estoy en el suelo... ''es tan solo una prueba'', me recuerdo... ¿como se supone que tengo que combatir con éstos entes? Las sombras me toman de los pies y me arrastran con gran velocidad. Intentar resistirse es inútil, dejo dos lineas larga en el suelo pedregoso de mis intentos por aferrarme a él, fallidos. ''Si las necesitan aparecerán'' - ¡No les tengo miedo! - grito, enfrentándolas. Ellas me miran con sus horribles iluminados ojos, moviendo la cabeza para ambos lados, como si me estuvieran inspeccionando. Observo como se ríen, sus voces son como chillidos de ave herida. Me paro como puedo y una vez arriba me empiezo a acercar a ellas. Sus risas me están volviendo loco, parece como si intentaran sacar lo peor de mí, y lo están consiguiendo. Tomo una piedra y se las lanzo, pero ni se inmutan, empezando a reír más fuerte. Piensa, tiene que haber una forma, algo que haga que desaparezcan. - ¡Claro, es magia oscura! -. Junto mis manos cerca de mi corazón y focalizo energía dentro de ellas: creo una luz blanca pura y brillante y con todas mis fuerzas la lanzo hacia las sombras y acierto. En el suelo se retuercen de dolor, y desaparecen antes de atacarme. Construí un camino con mi energía de magia blanca, al dejar de escuchar los gritos de mi padre y las voces de su asesino puedo oír los gritos, y los llantos de todos mis otros compañeros. No puedo verlos, pero ésto no puede continuar, no... ¡tengo que hacer algo! Amor, paz, armonía, bondad, hago brillar mi conjuro con pensamientos claros y puros. - Hora de iluminar la noche -. Lanzo el hechizo de magia blanca más potente que hice en mi vida pero hacia el cielo. Lo veo brillar como un sol blanco que luego se convierte en estrella, segundos después la calma; una explosión blanca estalla en el firmamento, la onda expansiva de mi hechizo está disipando la niebla, en su paso destruye a las sombras que perseguían a mi equipo y por último agrieta la cúpula de magia oscura y la destruye, lo que nos deja al descubierto pudiendo ver un sol escondido entre nubes grises, volviendo a ver la realidad mientras caen pequeños rastros de energía como nieve. Caigo de rodillas, siento nauseas y me duele el pecho, mi nariz está sangrando. Veo como Sigmun y Astral vienen a todo galope, preocupados. - ¡Benjamín! ¡¿estás bien?! - grita Astral, pero solo eso escucho, mis ojos se cierran y caigo desmayado.

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