miércoles, 25 de mayo de 2016

Carta a mi primer compañero (Diario, página 5)

 Me cuesta llorar, me cuesta extrañar, me cuesta mantener el interés, me cuesta sentir culpa, me cuesta abrirme, me cuesta. Siento amor, pero no extraño. Quiero ser parte de alguien, pero no de él. Siento ganas de ayudar a vibrar mejor al mundo, pero no quiero contaminarme demasiado. Soy egoísta, pero solidario.
 Mi vida es una constante contradicción, ideas que chocan unas a otras y de esa colisión salen otras que luego se fosilizan hasta nuevo aviso. Escucho tantas veces en mi mente la frase "acelera el proceso", que arranque, que es el momento y sin embargo me detengo y espero. ¿Que espero? Tengo miedo porque sé demasiado. ¿Que hago? Finjo porque es la mejor forma de mantenerme a salvo. ¿De que te mantenes a salvo? De aquellos que como perseguidoras sombras constantes (si) buscan entrar cuando te ven débil para apagarte y desactivarte. ¿Por que todavía no lo lograron? Guías y un don heredado.

 Carta a mi primer compañero
              Hay momentos en los que te extraño aunque sé que si te llamo estás para mi, pero aún así prefiero no molestarte porque sé que seguís el trabajo con alguien (algunos) más. Hablaba con vos sin saber quien eras y, aún sin poder codiciar las respuestas como frases sueltas en mi mente, lograbas enviar ciertas frecuentas cálidas como regalo a mis plegarias o peticiones. Ese sentimiento de protección, los avisos, las señales, las alarmas, los ''¿Que estás haciendo?", el ''Ese no es el camino''. Creo que empiezo a valorarte más si te pienso, creo que empiezo a... ¿extrañarte un poco? creo que solo es nostalgia, a veces no sé diferenciar eso. Te sacrificabas por mi y a veces yo, alma aún ignorante y mente inmadura en algunos aspectos, no supe verlo. Estabas ahí calmandome aquel día de estreno, y el que seguía, y así en cada escenario que también aplicaba a mi vida. Me enseñaste que del dolor se aprende pero supiste cuales eran los limites y siempre, pendiente, nunca dejarme caer. ''Por acá no'', ''No es buena idea'', ''No preguntes sobre el futuro'', ''Uno nunca se vuelve lo que realmente no quiere ser'', y cientos... cientos de frases que tienen sentido ahora, más tarde, cuando ya tu misión conmigo terminó. Terminó cuando acepté que en mi también había oscuridad, me ayudaste a preparar el terrero espiritual y entender al mundo no solo mirando con los ojos, si no entendiendo con el corazón. ¿Éstas palabras estaban tan inconscientes en mí que tuve que poner la mente en blanco para que salgan? ¿Por que no puedo articular los sentimientos de manera adecuada, ni siquiera para redactar un sentimiento de gratitud?
 Un día te dejé de sentir, algo faltaba, algo estaba vacío, algo se había ido. Solo observabas, ésta vez solo mirabas desde lejos pero sin dejar de cuidarme, esperando que lleguen los otros. Dos. Y era el momento de partir. No recuerdo siquiera si te despedí porque todo sucedió tan rápido, tan fugaz. Tampoco dí una bienvenida. En los planos que yacen espero no sea tarde para decir: gracias, amigo.

Sintiendo.
''De nada, amigo/querido''

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