¿Que es esa magia que se manifiesta en algunas personas ante nuestros ojos -a veces solo para nosotros- y nos hacen querer estar con ellas, juntos de alguna forma, porque te hacen sentir una poesía sin necesidad de un halago sutil o un apretón de felicitación? ¿Cómo es que algo hermoso con el tiempo se corroe, y despega sus afiches corporales mostrando paredes viejas y un espejo en el cual al mirarte te ves como alguien común y corriente? Veo mis ojeras y una caminata rígida, mirando al horizonte esperando decir lo mucho que quiero despegarme de esa nueva ansiedad que me produce lo que antes me resultaba algo inspirador.
Me encanta la naturaleza de las personas, es inquietante conocerlas -tanto como conocernos-. Imagínense que nunca terminamos de conocernos a nosotros mismos ¿en serio esperan saber cada rincón del corazón, mente y alma de los otros seres humanos que aparecen en nuestras vidas? Pero antes de ser un aventurero con gustos por la inspección de terrenos amorosos-amistosos-políticamente correctos con otras personas es mejor tener en cuenta algo que suena básico pero que a veces se nos olvida: todo cambia. Es la vida, movimiento puro como el agua, quieta se estanca... y así pasa con las personas y las relaciones, quieta se pudre opacando lo cristalina y sanadora que fue en un comienzo, o no, puede que no sea del todo sanadora al principio pudiéndola graficar como un monstruo seductor pero compasivo e inteligente que te habla al oído (que cuanto más te mira más se caen sus escamas y aparecen sus plumas), y así miles de posibilidades.
Nos enseñaron a aparentar y realmente eso es muy desgastante ¿pueden creer que hay personas que aparentan ser algo que desean ser incluso mintiéndose a ellas mismas? esos son los peores casos. ¿Pero que pasa con la poesía que siempre me gusta nombrar y doy vueltas?
Los humanos son inconstantes en casi todos los aspectos y eso es lo que nos hace particularmente hermosos u horrendos, o quizá promedios también ¿por qué no?... nos encierra a todos, seamos como seamos. Ahora tengamos en cuenta algo, sabiendo que las personas aparentan en diferentes grados -no necesariamente el que más aparenta es el más alejado a su yo real-, hay que sumarles lo que dibujamos en nuestra mente de su ser por como se muestra, como nos habla, nos mira, por su vida, o incluso nuestra intuición. Me gusta imaginar esta parte de las relaciones simplemente como una pagina en blanco donde vamos escribiendo... y borrando, escribiendo y borrando, y así constantemente. Si comparamos el papel de la idea que nos hacemos de los otros seres en el comienzo (la primera vez que se cruzan palabras, que se miran) y la que escribimos en unos meses después podemos sorprendernos. Ahí podemos tener en cuenta varias cosas también, si a los meses el papel de la idea tiene algunos pobres borrones y solo te dedicaste a agregar nuevas virtudes-defectos-etc, ése ser es alguien que sabe aparentar perfectamente, o es muy si mismo.
Por lo tanto es normal que solamos decepcionarnos o incluso decepcionar a las otras personas, porque no solo nosotros creamos los papeles de ideas, si no, que los demás crean los suyos con nosotros. Saben poco de nosotros en realidad así que sabemos poco de ellos.
Cuando le di vueltas a este pensamiento recurrente en mi cabeza sobre que pasa con las poesías que creo poesías y luego no lo son, los monstruos que creo monstruos pero después son inofensivos, y varios otros fallos, borradores con hojas arrugadas que colecciono en la memoria... me doy cuenta que está bien.
Si, está bien. ¿por qué deberíamos encasillarnos en papeles de ideas simples? creo que si miro mi vida diría que yo también he escrito y roto varias ideas de lo que era, incluso ahora tengo una idea de lo que diría exactamente mi borrador, pero no somos eso si no todas aquellas hojas de los que alguna vez nos miraron y se equivocaron o acertaron. Somos también la hoja del joven triste, la muchacha autodestructiva, la del radiante como el sol, la hoja de los cafés nocturnos. Somos todo eso y más.
Como conclusión diría que somos pura energía en movimiento y la aceptación del cambio de otros, como del nuestro, es primordial para estar un poquito más cerca de lograr tranquilidad en nuestras relaciones. Por eso es que yo no espero nada de nadie, ni quiero que ellos esperen de mi. Actúo como puedo y soy por mi borrador actual y por la forma en que las dos hojas contemporáneas interactuan entre sí: hacen una buena obra juntos o ya no vuelven a entenderse.
Por eso es que las relaciones se acaban, se dan un tiempo o se compenetran a la perfección. Por eso también es que la poesía que vemos en algunas personas muere, son solo puros papeles que se arrugan de cientos de anotaciones que se reemplazan, todas en el suelo de lo que somos.
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