domingo, 6 de julio de 2014

Espiritus

Luz -la paz y el amor- nació junto a oscuridad -el caos y el odio-. Los dos se mantenían unidos por un fino lazo de amor que les otorgaba equilibro a ellos y a su alrededor ''¿No escuchas los sollozos del tiempo?'' Denuncia, grita y vuelva a denunciar. Están arriba y los vigilan, mientras tanto la inocencia juega en el prado cercando a la unión entre el mundo físico y el espiritual. 

 Viste un vestido índigo, el que hace girar insaciable, feliz. Su sonrisa infantil inunda ternura a cada semblante. Los espíritus -todavía ocultos- giran a su alrededor, danzan brillando entre las flores, se respira perfume a lirios mientras el sol cubre una totalidad casi detenida en el tiempo, un instante suspendido en el cosmos, el tintineo de la bondad. Dos pasos más, tres pasos distantes, el bosque al que estaba prohibido entrar abre sus puertas. ''Juguemos''. Siguió a la chispa de luz alada, campante y serena, misteriosa, dirigiéndose dentro la espesura. Los espíritus del prado gritaban pero ella no podía oírlos, algunos intentaban detenerla colocándose desesperados frente a su figura, sin éxito, imperceptibles. ''Shh...'' la callaba la chispa mientras daba giros en el aire, dejando vestigios de luz. La pequeña sonreía y continuaba embadurnándose de la naturaleza extraña del bosque. ''¡Hey!'', ''No, no'', ''Por favor, no'', ''Vuelve'', ''Ten cuidado''. Algunos de los espíritus del prado -inquietos y preocupados- se atrevieron a entrar en el bosque por primera vez para traerla de vuelva. Al cruzar el límite que le daba comienzo al bosque tomaron formas visibles; un halcón de alas plateadas, un tigre blanco y dorado, un búho anciano -sabio y majestuoso- , un caballo indomable -radiante- y un colibrí azulado, todos flotando entre la penumbra, guiados por las melodiosas risitas de la pequeña, dejando atrás a los que no se atrevieron a entrar.

''¿Crees que vayan a estar bien? Tal vez no sea buena idea que todos...'' Se detiene, y siguen observando desde sus altares. 

 ''Ahí está'' comparte el halcón desde las alturas, los demás asienten y van directo hacia su ubicación, evitando cualquier contacto con su alrededor. Inocencia estaba cantando sobre una gran y plana piedra en el centro de un circulo de pastos quemados. El búho se detuvo pensativo, nervioso, mirando el trazo de la circunferencia. Acto seguido el caballo corre hacia ella chocando con una pared invisible hecha de sombras. Empieza a romper en gritos de impotencia, mientras continúa chocando, una y otra vez. El colibrí lo sigue mientras el tigre mira al búho, inmóvil. El halcón se hace torbellino y choca frenético, el muro ni se inmuta. ''Ya basta'' sienten comunicarse. ''Tiene que haber otra forma''.
-Tambores-. Un oso oscuro como la noche se hace presente ante ellos, sus ojos violetas -sin brillo- apuntan al sabio. ''Es nuestra''. Raíces salen de todas partes, los árboles embisten con sus ramas, envuelven a todos menos al colibrí, que al llorar empieza a apagarse junto a los demás. Almas llenas de ira y temor salen de todo lugar, pegándose a sus energías, a sus puras y vulnerables esencias. Las estaban matando lentamente -Tambores-.
El pequeño ave volaba hacia atrás y hacia adelante. Confuso va lo más alto que puede pidiendo ayuda, simulando una flecha encendía hacia el cielo, iluminándose lo más que puede. Inocencia lo ve, y sonríe. Señala su presencia y se lo anuncia a la chispa de luz alada, que estaba girando enérgica. ''Tranquila, va a estar bien''. Sus ojos bondadosos dudan y baja la mirada hasta encontrar a sus espíritus amigos enredados y muriendo entre la espesura del bosque. Inocencia corre hacia ellos pero la chispa de luz se pone frente y la empuja hacia atrás. Sombras salen y se colocan a su alrededor comenzando a mirarla -con ojos rojos, violetas y verdosos-, y chispa se opaca transformándose en un hombre esbelto y de rasgos duros como las rocas, su aspecto pálido y ojos muertos la hicieron retroceder. Inocencia lloró por primera vez desde su nacimiento. Los espíritus del prado lo sintieron desde afuera, comenzando a llorar con ella. El hombre se sube a la roca y goza de su sufrimiento, él y las sombras se hacían más y más grandes. El bosque crecía.

 ''Ya basta, no puedo soportarlo más...'' Pero continuaron mirando sin hacer nada, con sus manos entrelazadas, era un silencio incomodo, nervioso.

El búho, el caballo, el halcón y el tigre miran a inocencia mientras su cuerpo pierde color. El colibrí se mantiene alejado, en lo más alto, observando como el odio crecía entre los espíritus. El mentiroso ente de falsa luz caminó hacia la niña y la tomó del brazo, al tocarla su mano se volvió fría y pálida. El bosque reía. Las sombras también. La niña quedó suspendida en los aires, perdiendo su luz lentamente.
-Tambores, gritos, tambores, risas, tambores, dolor, tambores-. El cuerpo de la niña estaba casi sin vida. El colibrí tomó coraje, y llorando se arremetió entre las ramas, intentando salvar a sus camaradas. Una y otra vez esquivaba las garras del bosque, pero no podía liberarlos. Hubo silencio sepulcral, el búho sede. Mira a los demás, lo lamenta y desaparece en chispas de luz hacia la tierra. ''¡No!''
 El sonido de un Erhu colmó el lugar opacando a los tambores, todos los otros espíritus de luz del prado entraron desde diferentes lugares, pero era tarde. Colibrí gritó por primera vez en esa existencia. ''Nunca te dejes oscurecer por nada ni nadie'' -Tigre se despide con una sonrisa-. Sus alas crecieron, su cola también, se volvió un Quetzal. ''En la luz encontraras la calma'' - Halcón chilla y desaparece-. Sus patas se hicieron fuertes, al igual que su pico, se volvió un águila. ''Brilla, en lo alto, como estás destinado'' -El radiante caballo mira con ternura, y muere- Todo su cuerpo brilló con fulgor, las ramas cedían ante su luz. Como dragón voló y desplegó sus alas alejando toda sombra aledaña. Los espíritus guías lo observaron renacer. El muro de sombras desapareció. La luz observó como la oscuridad daba fin a la inocencia. La niña cae muerta en la fría piedra. -Tambores y un Erhu-. El dragón y los demás volaron hasta el centro del circulo. Las sombras desaparecían terminando como chispas rojas (renaciendo como una pequeña gota imperceptible de luz), el hombre se resistía hasta los últimos momento, y cuando estaba apunto de fusionarse con la niña el dragón se interpuso en su camino y lo hizo por él. Inocencia floto varios metros. Los espíritus de luz empezaron a girar a su alrededor, incluso los nuevos. Luego, bajó y abrió sus ojos, primero blancos completamente y luego volviendo a tomar su color avellana. El hombre la reconoció como su hija. Sintió amor por primera vez en esa existencia. Estalló en llamas.
La niña se descalzó y tocó la tierra con tus pies, el bosque empezó a iluminarse, los arboles revivían, por dentro y por fuera, las hojas -vivas y brillantes- culminaban en agradecimientos. Bastó una sonrisa para hacer abrir el cielo y hacer brillar el sol de nuevo.

El dragón salió del cuerpo. ''Te lo agradecemos mucho'' le dijo a inocencia, y voló hacia las nubes. Con el corazón del caballo, la sabiduría del búho, el poder del tigre, la valentía del halcón y la bondad del pequeño colibrí.

''Entonces... ¿todo ésto ya lo sabias? ¿por qué no me lo dijiste antes?'' -entre risas, contestó: ''No se de que estás hablando, querida''

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