jueves, 23 de agosto de 2012

Bosque


De pronto una hoja meciéndose sobre un pequeño charco dentro de algún frío bosque suicida, observando la brisa y acompañando la soledad del aire y el lúgubre sonido de varias mariposas revoloteando, mirando en sí, la nada misma, en la que a su vez se ve un poco reflejada. Esperando algo, intentando algo, camuflada con el barro. Esquivando la lluvia se deshace junto a las libélulas que - mintiendo sobre su existencia- alegraban su estadía. Cantares de mosquitos esqueléticos junto a amables grillos frustrados, no todo es tan malo como imaginaba aquella rama fatalista que dejaba caer de vez en cuando alguna que otra lagrima por la punta de su delgado cuerpo. Malinterpretando al viento, susurrando viejos poemas de autores desconocidos y poco queridos. Inmóvil y sedienta aunque sumergida y ahogada por la presión de ser, la desesperación de no ser, el desprecio de la critica malabarista, el agua sobrepasándola. Un día más repitiendo los dichos de aquel árbol robusto que la vio nacer y ahora está apunto de quebrarse, para luego - después de años de basta sabiduria algo inutil por su incapacidad- caer y verse tumbado, acuchillado por miles de otras miradas hermanas, y terminar viendo, por fin, un cielo con un desprolijo marco de hojas (Paradójica la vida de aquellos árboles que tienen que morir para ver el cielo). Y al final terminar dirigiéndose a su hija - a apunto de dividirse en varios trozos- y decirle simples palabras que ella entendió perfectamente; ''Caen las hojas, y asi se queman lentamente las neuronas de este viejo otoño''. 

3 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mily Serrano dijo...

Hermoso, sublime. Como todo lo que creas en tu camino.

Martín Meira dijo...

Es tuyo, te amo muchisimo lucecita